TRES AÑOS
SIN BERNARDO CUESTA
Carta a un querido profesor,
en el recuerdo
Juan Antonio Mateos Pérez
Las Villas y
Salamanca llevan en el corazón al religioso dominico, un hombre a pie de calle,
un ciudadano comprometido, un profesor abierto a la realidad, un cristiano
samaritano
Hace tres años que se apagó tu voz
pero no tu palabra, Bernardo. Todos la recordamos viva y fructífera en el
devenir de nuestra vida, como recién explicada, para que nazcan nuevas
rutas en nuestra búsqueda de Dios, en la búsqueda de la dignidad del hombre. De
la palabra arranca toda la estructura del ser humano, pero cuando nos
encontramos con el “otro”, se convierte en realidad bifacial, como un doble
pulso del corazón. En el encuentro con el “otro” descubrimos que no hay caminos
sin caminantes que nos acompañan y tú Bernardo, fuiste uno de ellos. Tu palabra
se convirtió que acción creadora y desveladora de la búsqueda del misterio, del
sentido de la existencia encarnada en un hombre libre de Nazaret. En ella no
sólo nos elevaste a la búsqueda Dios, sino que nos confirmaste en nuestro ser
de personas. En tus clases como profesor de Ética, en tu vida como pastor y
acompañante de las parroquias de las Villas, en tu profunda fe y carisma
dominicano, en tu compromiso social con los más necesitados y en el testimonio
de tu muerte, te nos diste como un regalo que se deslizó en nuestros corazones
para descubrir esa presencia silenciosa que llamamos Dios.
Qué no nos
rinda tu muerte, Bernardo.
Ni el olvido
Si acaso
sólo el llanto….
Quintín García
Permítanme que les presente fray Bernardo Cuesta,
dominico y nuestro querido profesor de Teología Moral en la Pontificia Facultad
de Teología de San Esteban y secretario de la misma. Muchos alumnos no sólo
tuvimos la suerte de tenerle y disfrutar de sus clases, sino compartir con él
sus proyectos en la ONG Acción Verapaz, de la que fue uno de sus fundadores.
Ejerció el carisma dominicano de la predicación en la zona rural de Villas,
fundando con otros seis frailes dominicos, la comunidad de integración pastoral
Virgen de la Vega de Babilafuente. El objetivo era traducir el mensaje del
Reino y la buena noticia liberadora de Jesús en los nuevos campos
renovadores que proponía el Concilio Vaticano II, como una nueva forma de ser
de la vida consagrada. Después de muchos proyectos realizados y acabados, de
una acción fructífera de realización evangélica que vivía en primera persona, fallece
el 20 de enero de 2012, después de una larga enfermedad, rodeado del cariño
todos los que le rodeaban. Así lo decía en sus últimos momentos, me siento
rodeado del cariño de todos, y eso me emociona. Recordar a su hermana
Esperanza que le cuidó y estuvo con él en cada momento de la enfermedad, a su
familia, a sus hermanos dominicos, a los feligreses de las Villas que tanto
quería y sus alumnos con los que tanta paciencia tuvo.
Qué no nos
rinda tu muerte, Bernardo.
Ni el olvido
Si acaso
sólo el llanto….
No hemos
cerrado el balcón de tu habitación para,…, que sigas oyendo también, como si no
te hubieras ido, las correrías de los niños que pasan por debajo estrenando la
vida…
Todavía
resuenan en nuestro corazón y nuestra cabeza, tus últimas palabras llenas de
vida y
esperanza, no se apagó la luz y
el eco de esa vivencia profunda que nos dejaste en tu testamento: …Doctor
esto se acaba, este cuerpo no aguanta más, estoy en paz. No tengo miedo a
morir, estoy en las manos de Dios... La enfermedad ha sido una escuela...He
sido feliz… Quiero morir con la misma dignidad con la que he procurado vivir...
Siento a Dios, hermana, pero sigue en silencio. Como ves Bernardo no sólo
eran tus clases enriquecedoras, también tu vida. No sólo nos ofrecías de tu
saber y pensamiento, nos dabas parte de tu felicidad y esperanza para vivir
como hermanos alrededor de una mesa compartida. Tu pedagogía de la
comunicación, de la solidaridad y la justicia, se deslizaban en tus clases como
una fuente de inteligencia subterránea. En ellas, en el rostro de la persona
sufriente, nos presentabas a un Dios que está ahí detrás, a la vista. Nos
hacías profundizar en los problemas de la ética y la bioética en toda su
complejidad, no como un conocimiento más, sabiendo que detrás de cada uno hay
un ser humano. No podemos por menos Bernardo, que con temor y temblor, releer y
recordar tus momentos últimos que fueron la culminación comprometida a la Buena
Noticia y la construcción del Reino de Jesús en tu vida de fraile, sacerdote y
maestro. En esas últimas palabras tuyas, ya apareces libre, reconciliado y
transfigurado, ligero de equipaje, habitando ya las tierras del misterio y
sintiendo con la mirada del Padre.
Qué no nos
rinda tu muerte, Bernardo.
Ni el olvido
Si acaso
sólo el llanto….
Quisiera tomar algunas de tus
palabras de tu libro póstumo, Rutas para el camino. Siguiendo la estela
del reinado de Dios que anunció Jesús no sólo como una realidad futura y de
denuncia del pecado, sino como una buena noticia de Dios ya presente en
nuestro mundo con el poder de su amor y que nos invita a descubrirle y
vivir desde esa realidad. La presencia amorosa del Reino, a veces
invisible, como un grano de mostaza o una perla escondida, nos invita a la
conversión, a profundizar en nuestra fe y una llamada al compromiso. Ese
descubrimiento sitúa al creyente en un horizonte nuevo de confianza y de
libertad, donde merece la pena vender todo lo que uno tiene. El Reino de Dios,
convertido en absoluto para el creyente radicaliza su compromiso y configura un
talante moral. Permíteme Bernardo que utilice mis propias palabras para
expresar tus pensamientos y los compromisos que nos propones en el
descubrimiento de esa presencia amorosa de Dios. Ese compromiso, nos recordabas
que no viene impuesto desde fuera, brota del interior de la persona como
respuesta a la gracia y al amor. Insistías en que había que tener capacidad
reflexiva y crítica para descubrir esas fuerzas contrarias al ideal de justicia
y fraternidad por Dios, y coraje para enfrentarse a ellas. La construcción del
Reino, comporta construir nuevas relaciones con la realidad y con los demás,
preñadas de desprendimiento, libertad, servicio y amor. Subrayabas que teníamos
que recuperar una moral de la felicidad, entendiéndola no sólo como una
conquista del hombre, sino como un regalo de Dios. Así son las
bienaventuranzas, un regalo y una tarea no sólo encarnada en el mundo, sino como
una apertura profunda a la transcendencia. Recuerdo tus avisos últimos: No es
posible creer en Dios que se ha hecho hombre, sin no trabajamos por un mundo
más humano y más liberado. No es posible creer en Dios que se ha hecho hombre
si no luchamos por la dignidad y los derechos de la persona. No es posible
creer en Dios que se ha entregado hasta la muerte, si pasamos por la vida sin
hacer nada por nadie. No es posible creer en Dios que se ha hecho solidario,
haciendo una vida individualista y egoísta, ajena a los problemas de los demás.
No es posible creer en Dios que busca al hombre para un futuro de justicia,
liberación y amor, sin hacer nada ante una situación actual tan lejana todavía
de esa meta final.
Qué no nos
rinda tu muerte, Bernardo.
Ni el olvido
Si acaso
sólo el llanto….
Qué no nos
rinda tu muerte, Bernardo.
Ni el olvido
Nos seguimos
viendo en el recuerdo…
…Hasta la
Amanecida…
Quintín García, “Contra el olvido” en Rutas para el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario