Julián de Cos: "Vivimos
una espiritualidad difusa, a la carta"
Las Conversaciones
de San Esteban, un foro abierto de Iglesia | Fotos: Juan Antonio Mateos
Después de Navidad, se han reanudado las
Conversaciones de San Esteban, con nuevas luces para nuestro tiempo. En esta
sexta sesión se quiere iluminar desde la espiritualidad cristiana, es la
propuesta de Fr. Julián de Cos. Después de una breve presentación de Fr.
Manuel Ángel Martínez Juan, presidente de la Facultad de Teología.
El ponente partió de la necesidad de espiritualidad en
las personas, más allá de creer o practicar una religión. En nuestra sociedad,
esa necesidad de espiritualidad, se presenta en todos los ámbitos, incluso los
más profanos como es el lugar de trabajo u otros espacios cotidianos. En el interior
de todas las personas está Dios, a todos nos ha dado un alma y somos el templo
del Espíritu Santo. Y de eso trata la espiritualidad de la relación del
individuo con Dios. Aunque en otros ámbitos se quiere oponer lo espiritual a lo
religioso, o bien la interioridad del individuo frente a la práctica religiosa.
La espiritualidad, siendo ambiguo el término en nuestras sociedades, desde la
perspectiva cristiana, es una relación entre el espíritu divino y el humano.
En la sociedad postmoderna que la que habitamos,
al menos desde la caída del muro en los años noventa, muy relativista,
narcisista e individualista nos lleva a una exaltación del consumo. A
pesar de la relatividad de valores y al fuerte individualismo, se puede
constatar que la sociedad vive espiritualidad difusa. Se constata que en ella,
el individuo incapaz de distinguir entre los diferentes credos y religiones, se
produce una mixtura de elementos, donde el individuo toma de cada uno lo
necesario para su propio beneficio. Es una espiritualidad “a la carta”,
desde credos tan distantes como cristianismo, budismo, hinduismo, yoga, etc., creando
una divinidad a medida del individuo. Esa espiritualidad tiene aspectos
positivos, ya que ayudan a los individuos, suavizan la existencia en una
sociedad ajetreada, dan armonía física e interior, y, nos ayudan a vivir
el presente. Aunque también presentan sus sombras, ya que a veces, detrás de
todos estos movimientos espirituales se descubre un gran negocio, o bien, una
desorientación espiritual cuando no se tiene una formación teológica.
Es importante incorporar y cristianizar estos
movimientos y enfocarlos hacia una sana práctica espiritual. En ello han sido
pioneros los Jesuitas, introduciendo en la espiritualidad cristiana muchos
elementos orientales. Es el caso también del escritor y claretiano Pablo d’Ors,
con su arte de la meditación y el silencio interior. También los
dominicos, con el padre Moratiel y su escuela del silencio o Brian Pierce, que
inspira su espiritualidad como una síntesis entre el maestro Eckhart y el monje
budista vietnamita Thich Nhat Hanh.
Por último, Fr. Julián de Cos, propuso una serie de
luces que aporta la espiritualidad cristiana en el siglo XXI. La primera es la caridad
desinteresada, la verdadera espiritualidad se da cuando uno pierde la vida
y se la da a los demás. Todos los místicos, antes de alcanzar la unión con
Dios, han pasado por el camino de la donación. Hoy muchos misioneros son
ejemplo de entrega y donación desde la oración y una espiritualidad profunda.
Otro lugar espiritual es la Teología, ésta aporta una imagen correcta de
Dios y nos ayuda a no proyectar nuestras propias imágenes o deseos de la
divinidad. También debemos destacar, la oración comunitaria. Muchas
personas tienen dificultades para la oración personal. En la oración
comunitaria con monjas o frailes muchos experimentan una espiritualidad
profunda, mayor que en la oración personal con Dios. Para un dominico la
oración comunitaria, también es una forma de predicación. La eucaristía, es
también una gran oración comunitaria, en la palabra, en la asamblea, en la
celebración del sacerdote, en la comunión. Otro lugar, es el buen uso de los
sentidos, así muchas personas sienten una profunda experiencia espiritual
besando, tocando o mirando una imagen. En la belleza de la liturgia, en el
canto, en el olor de las velas o el incienso, en una homilía, etc. Por último,
es de una gran fuerza espiritual, la contemplación de Dios en la naturaleza,
en un amanecer, en un paisaje, en el crecimiento de las plantas o en la
generosidad del campo.
Fr. Julián de Cos Pérez de Camino, es Ingeniero Técnico Forestal.
Licenciado en Filosofía. Doctor en Teología. Imparte docencia en la materia de
Espiritualidad. Su investigación se centra en la Historia de la Espiritualidad,
la experiencia mística, la relación con Dios por medio de la naturaleza y la
Espiritualidad Dominicana. Es director de la biblioteca de San Esteban y de la
revista Vida Sobrenatural.
Entre sus publicaciones, cabe destacar: La espiritualidad naturalista de fray Luis de Granada. La contemplación de Dios en la naturaleza en la Introducción del símbolo de la fe, Fundación Universitaria Española, Madrid 2009 (es su tesis doctoral); La espiritualidad de santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores, San Esteban, Salamanca 2012; «El Padre Moratiel, predicador del silencio» en, JOSÉ FERNÁNDEZ MORATIEL, La oración del silencio, San Pablo, Madrid 2013. Contemplar a Dios en los árboles, Credo, Saarbrücken 2013.
Entre sus publicaciones, cabe destacar: La espiritualidad naturalista de fray Luis de Granada. La contemplación de Dios en la naturaleza en la Introducción del símbolo de la fe, Fundación Universitaria Española, Madrid 2009 (es su tesis doctoral); La espiritualidad de santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores, San Esteban, Salamanca 2012; «El Padre Moratiel, predicador del silencio» en, JOSÉ FERNÁNDEZ MORATIEL, La oración del silencio, San Pablo, Madrid 2013. Contemplar a Dios en los árboles, Credo, Saarbrücken 2013.
Juan Antonio Mateos Pérez
Área socio- religiosa de SalamancaRTV al Día
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