"Hay que renovar la
Iglesia; no engancha, no ilusiona, se nos ve como algo viejo"
El religioso
dominico analiza en una entrevista para SALAMANCArtv AL DÍA la trayectoria de
la pujante comunidad de sacerdotes de Babilafuente, su compromiso, trabajo e
implicación en todos los pueblos de la comarca así como la situación por la que
atraviesa la Iglesia y la ilusionante aparición del Papa Francisco
El veterano
dominico de Babilafuente, siempre cercano a las gentes de la zona
Pedro Miguel
Díez de Ulzurrun Cenoz es el párroco -aunque no le guste esta palabra- de
Babilafuente y miembro de la comunidad de Dominicos del mismo municipio.
Actualmente oficia también en Moríñigo y en el convento de Villoruela, donde
acude a celebrar la eucaristía. Desde su llegada en 1980 se ha convertido en
una de las personas más queridas y admiradas de la zona. Tanto creyentes como
no creyentes coinciden en que es un gran sacerdote, un ejemplo a seguir.
En esta
ocasión ha abierto las puertas de su casa -que comparte con Quintín García
(colaborador de SALAMANCArtv AL DÍA) y Luis Martín- a LAS VILLAS AL DÍA
para conceder una entrevista en la que relata sus experiencias vitales o
traslada sus opiniones respecto al Papa Francisco y la situación actual de la
Iglesia.
Háblenos
de sus orígenes, ¿de dónde es?
Soy de
Navarra, de un valle cercano a Pamplona llamado Valle de la Ultzama. Tiene
catorce pueblos y actualmente con unos 1700 habitantes en total. Desde esas
tierras de Navarra vine a Salamanca.
¿Cómo llegó
a Babilafuente?
Nosotros
somos Dominicos, aunque la gente nos llame curas, y tenemos una organización
diferente al de resto de comunidades. Mi llegada a esta provincia fue a través
del estudio de Teología en Salamanca, en el año 1978. Nos incorporamos a la comunidad
de Dominicos de Sotomayor en un contexto de escasez de sacerdotes y nos
pidieron colaborar para ser párrocos de Cabezabellosa y Pitiegua, donde
estuvimos dos años. Íbamos los fines de semana y días festivos a la celebración
de la eucaristía y un día a la semana para dar catequesis, una actividad
escasa. Nos dimos cuenta de que no era una buena organización y nos planteamos
formar una comunidad rural. Era muy difícil porque sería la primera comunidad
de Dominicos en un entorno rural y nos pusimos a pensar en cómo hacerlo.
Tuvimos ayuda de los formadores debido a que sería la primera experiencia en la
que, estando en período de formación, la gente saldría del estudiantado.
Quintín, que ya había acabado periodismo, también tenía intención de trabajar en
el mundo rural y le pedimos colaboración. Cuando ya estaba madurado el asunto
se lo propusimos a la comunidad y aceptó. Pedimos al obispado que fuesen unos
pueblos con cierto número de habitantes y cercanos a Salamanca para poder ir a
estudiar. Nos ofrecieron Villoria y Villoruela porque los curas eran muy
mayores y estaban a punto de jubilarse. En Babilafuente todavía estaba Don
Bernardo, al que le quedaba un año para la jubilación. Un 13 de diciembre de
1980 nos embarcamos en esta historia y a Babilafuente vinimos en septiembre de
1981.
¿Cómo fueron
sus primeros años en Las Villas?
En el primer
y segundo año lo que hicimos fue escuchar a la gente reuniéndonos con personas
mayores, niños y jóvenes para comprender sus necesidades. Así surgió la
necesidad de unos lugares de encuentro para los jóvenes con el fin de que
estuvieran a salvo de un frío terrible que hizo esos años. También surgieron
grupos juveniles, asociaciones de la tercera edad y el movimiento infantil, en
los que participábamos plenamente. En esos tiempos había más demanda de estos
temas que en la actualidad. En Villoruela se trabajó con los artesanos para
intentar hacer una cooperativa aunque no se consiguió. En Babilafuente también
se intentó, la primera no funcionó, luego surgió la Cooperativa Las Villas del
Tormes, aunque las cosas evolucionan y estos movimientos sociales para la
estabilización de la gente han durado relativamente poco, por desgracia.
¿No
sorprendió que os implicaseis en tantas cosas?
Yo creo que desde la religiosidad
antigua del cura con la misa y el bollo a implicarnos y colaborar con la
juventud sí que pudo chocar a mucha gente. Luego ya esta implicación se ha
visto normal. También quisimos cambiar la estructura de la Iglesia. Hubo un
movimiento muy grande de asambleas sobre qué Iglesia queríamos. Sobre todo se
hizo una experiencia muy buena, la Palabra en las Casas. Nos reuníamos por las calles,
nos invitaban los vecinos y comentábamos de todo, el evangelio, la situación
religiosa, todo lo que le preocupaba a la gente. Se fueron haciendo pequeñas
fraternidades en las que surgió la preocupación de cómo renovar nuestra
comunidad cristiana, para lo que hicimos una serie de encuestas sobre cómo
veían la Iglesia y el funcionamiento de la comunidad parroquial.
También se
trabajó mucho en la educación de adultos, se implicaron médicos, enfermeros,
asistentes sociales y gente que había acabado la carrera. Dividíamos el pueblo,
les enviábamos la ficha a casa para que estudiasen y nos reuníamos para
comentar los temas que tratábamos. Se formaron escuelas de padres en todos los
pueblos, que dirigió Ramiro. En fin, se hicieron grupos de comunicación y encuentro
a todos los niveles.
¿Qué le
llevó a entrar en la Iglesia como religioso?
Yo cuando
era crío era reacio a todo esto, cuando veía un fraile me escapaba al monte. Un
amigo me animó a ir a los Dominicos porque tenían campos de fútbol. Nos
engancharon las comunidades que tenían para el deporte y todo eso. Era una
oportunidad para poder jugar y estudiar, porque las condiciones de ahora no
eran las que teníamos nosotros, especialmente en unos pueblos tan pequeños como
en los que viví yo. Normalmente o ibas al seminario diocesano o ibas a los
frailes y tenías una oportunidad de formarte.
"...yo creo que al Papa, y a todo
el mundo, se nos tiene que entender porque si no, no estamos haciendo
nada".
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No es que
Dios me sacara una fotografía y me mandara para allá. La vocación fue
madurándose a lo largo de los años. Mi preocupación era ir a trabajar a
Hispanoamérica y había seleccionado Perú como mi destino. Salió lo de la
comunidad rural y al implicarnos decidimos quedarnos un tiempo para
consolidarla y esperar a gente nueva que siguiese con ella adelante. Tuvimos
vocación misionera desde el principio, así que yo estaba medio frustrado.
Cuando ya estaba preparado para irme para allá tuve el accidente del ojo y
estuve atascado mucho tiempo con médicos y revisiones. Ya después el cuerpo no
está para ir a esos lugares, donde se necesita una vitalidad para la
adaptación. A mí lo que más me preocupaba era la adaptación al calor, soy de
temperaturas más frías y las aguanto mejor. Siempre hemos tenido esta casa
abierta a las necesidades y a la gente que trabaja en el Tercer Mundo.
¿Cómo ve su
futuro?
La jubilación en concreto de
Babilafuente va a depender de nuestras fuerzas. De siete que vinimos nos
quedamos cuatro. Después Bernardo Cuesta se nos fue y Quintín
lleva un montón de años con el problema en las cuerdas. Hubo unos años en los
que por aquí pasó mucha gente que estuvieron más de un año viviendo con
nosotros. Ahora parece que no hay vocaciones y las que hay parece que no están
muy interesadas por el mundo rural. Esto es una opción voluntaria, nadie nos ha
obligado a venir aquí. Somos felices e hicimos esta opción por la gente de los
pueblos y aquí estamos.
¿Qué opina
sobre el Papa Francisco?
Es otra
cosa, hasta en el lenguaje. Mucha gente de nuestros pueblos dice que a este se
le entiende. Y yo creo que al Papa y a todo el mundo se nos tiene que entender
porque si no, no estamos haciendo nada. A Jesús le entendía
"La Iglesia hay que renovarla,
pero no solamente porque nos venga de arriba. Tenemos que renovar desde
dentro".
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la gente
sencilla. Yo creo que es un aire fresco que ha entrado en nuestra Iglesia y
puede hacer esto que iniciamos nosotros hace 30 años, la renovación de nuestras
comunidades. Ahora en concreto estamos en la zona de Las Villas
intentando renovar otra vez nuestras comunidades con la campaña de Parroquias y
Pueblos Vivos porque se están muriendo. Antes había ilusión y ganas de
reunirse, ahora queremos que nos lo den todo hecho. Pretendemos informar sobre
los cambios y recortes que van a hacer a nivel rural. Yo creo que nuestra misión
es informar y esta obligación es tanto nuestra como todo el mundo. Estamos
informando sobre en qué puede consistir el nuevo plan, con el que habrá pueblos
que igual pierdan muchas cosas ya adquiridas hace tiempo. Esta es una misión de
todos los que amamos los pueblos y no queremos que se mueran. Algunos quieren
que se mueran y así no gastamos tanto dinero. En el pasado tuvimos experiencias
buenas y malas, como con el tren. Nosotros veíamos que si nos quitaban el tren
sería como un abandono al medio rural. También hace unos años tuvimos una lucha
por los análisis para la gente mayor que no tiene coche y no se puede
desplazar.
La Iglesia hay que renovarla, pero
no solamente porque nos venga de arriba. Tenemos que renovar desde dentro. En
el mundo rural son comunidades mayores. En muchos casos es acompañar a la gente
en sus necesidades, en sus formas de vivir la fe. Creo que tendría que dar un
cambio grande. También ha decaído mucho la natalidad. Me acuerdo de cuando vine
a Babilafuente, tenía diecisiete o dieciocho bautizos al año. Este año no nos
podemos quejar, me parece que he bautizado a once o doce, pero ha habido años
en los que hemos tenido dos o tres. Entonces ¿de dónde cogemos materia joven
para renovar? Yo creo que la religión tal y como está no engancha o no somos
capaces de ilusionar, de animar a la gente. O es que la gente tiene otros
intereses que antes no tenía y nos reuníamos. Creo que la sociedad se está
haciendo más individualista, cada uno con su móvil y sus cosas. Yo lo veo así,
no tengo muy estudiada la cosa pero sí que tiene que reformarse todo el aspecto
religioso. Y esto o lo dan los jóvenes o si no nada. Lo ven como algo de
mayores, de abuelos, como que la fe, el mensaje de Jesús, de compromiso con los
más necesitados, no fuera de todos. No tenemos la capacidad de transmitir eso,
no solo nosotros, las fuerzas civiles también. Yo creo que la iglesia de un
pueblo tiene que estar unida con todos los movimientos del pueblo y, por
supuesto, con el Ayuntamiento, que es la casa común de todos. Tendríamos que
preocuparnos por la gente más necesitada en estos momentos, que hay un montón
de gente que lo está pasando mal. Hay gente que necesita alimentos y quiere
trabajar pero ¿dónde? Esto es mucho de la Iglesia pero también de otras
organizaciones.
"Puedes fotografiar una iglesia o
un hospital, pero hay otras cosas muy importantes que no se pueden
fotografiar como la educación o la alimentación..."
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¿Qué
proyectos está desarrollando en la actualidad Acción Verapaz, la ONG vinculada
a los Dominicos?
Acción
Verapaz, con la que llevamos un montón de años, fue una forma de implicar a la
gente que estuviese interesada en los problemas de no solo nuestro mundo,
también del Tercer Mundo. Tiene un punto importante para nosotros. La gente da
dinero pero quiere fotografías. Puedes fotografiar una iglesia o un hospital,
pero hay otras cosas muy importantes que no se pueden fotografiar como la
educación o la alimentación y estas son nuestras misiones más importantes. Esta
Navidad hemos intentado conseguir becas de comedor para alimentar a decenas de
niños en Uruguay durante seis meses. Además, durante este tiempo se pueden ir
formando, algo muy importante en todos los países. En algunos tal vez no les
interesa que se formen, porque el que está formado puede pensar.
A nivel de
esta zona son las campañas que menos necesitamos impulsar porque la gente tiene
un compromiso serio con estas acciones y en cuanto les avisas están dispuestos
a colaborar en todo lo que se hace a lo largo del año. Esto es de lo más
logrado en esta zona, la solidaridad, por lo menos con el Tercer Mundo. No sé
si también hemos sido capaces de ver la solidaridad en nuestro mundo, en
nuestro pueblo.
En tiempos
de crisis mucha gente se olvida del Tercer Mundo porque en nuestro país también
hay mucha necesidad. ¿Qué le diría a esta gente?
Por supuesto
que hay que colaborar. Algunos sí que colaboran con los de aquí, pero es más
difícil de animar a preocuparnos por los de nuestra casa que mandar dinero al
Tercer Mundo. Esto es porque al otro lado no vemos rostros, nos dicen que son
pobres de solemnidad. El problema que tenemos aquí es que vemos rostros con
nuestras limitaciones, nuestras pequeñeces y nuestros pecados. Eso es duro
porque te preguntas para qué le vas a dar si se va a ir al bar. Pues sí,
también tendrá derecho a tomarse algo. Pero también es analizar un poco la
situación, porque para comer si en los pueblos nos repartiéramos la comida no
habría problema. Pero puede haber otras necesidades ocultas como pisos que
están pagando. Yo creo que es todavía un reto que tenemos y para esto se
necesita pisar la realidad y ver las situaciones familiares.
Víctor Sánchez
Las Villas, solidaridad en el camino
Una de las muchas actividades sociales y solidarias impulsadas al calor de los Dominicos, la paellada de Villoruela, organizada por su Ayuntamiento
Una de las muchas actividades sociales y solidarias impulsadas al calor de los Dominicos, la paellada de Villoruela, organizada por su Ayuntamiento
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