IMPULSO A
LOS ESTUDIOS TEOLÓGICOS DE LOS DOMINICOS
“La vida religiosa necesita
siempre renovarse"
Entrevista de SALAMANCArtv AL DÍA a
Fr. Manuel Ángel Martínez Juan, que ha sido nombrado Director de la Facultad de
Teología de San Esteban, una institución de enseñanza que se remonta al año
1299
Manuel Ángel
Martínez tutelará la Facultad de Teología de los Dominicos, una institución
gestada en el siglo XIII | Fotos: Juan Antonio Mateos
Los Dominicos siempre son un referente en la
investigación y docencia de la teología. En Salamanca mantienen con prestigio
la Facultad de Teología de San Esteban que, adscrita a la Universidad
Pontificia, tiene carácter propio, con un profesorado en la élite en las
enseñanzas religiosas, abierto a las realidades de hoy en día.
SALAMANCArtv AL DÍA ha realizado una entrevista en profundidad al
dominico Manuel Ángel Martínez Juan, que avanza las líneas maestras de este
reconocido centro teológico.
- ¿Desde
cuándo y por qué es dominico? ¿Cómo decidió hacerse fraile y sacerdote?
Tomé el hábito el 11 de septiembre de 1982, cuando
todavía no había cumplido los 18 años, y después de un año de prenoviciado. No
podría decir exactamente cuándo nació mi vocación, ni tampoco sería capaz de
verbalizar todas las motivaciones. Lo que sí sé es que la vocación religiosa,
en mi caso, es inseparable de la vocación sacerdotal; es decir, nunca hubo un
momento en que quisiera ser fraile y otro distinto en que quisiera ser
sacerdote. También puedo decir que en el primer año de estancia en la Escuela
Apostólica ya
estaba decidido a entrar en la
Orden, aunque en los años anteriores nunca había pensado en ello, ni siquiera
la conocía. Sin duda mi vocación está unida al ambiente familiar en el que se
desarrolló mi infancia. Mi padre había estudiado en un colegio de los Oblatos
de María Inmaculada en el país vasco, pero tuvo que interrumpir sus estudios a
causa de la guerra civil. La formación que allí recibió marcó su vida, y
también dejó una impronta en la vida familiar posterior. Creo haber oído alguna
vez que siempre quiso tener un hijo sacerdote. Mi padre también tenía dos
hermanas monjas premostratenses a las que visitábamos con frecuencia. En la
familia se rezaba –aunque no todos los días– el rosario –práctica que decayó
todavía más con la llegada de la televisión–; también, si estaba mi padre
presente, se rezaba el ángelus para bendecir la mesa; y se recibía –como en
otros muchos hogares del pueblo– la capilla domiciliaria de la virgen del
Carmen; en este caso era mi madre quien dirigía el rezo. Mis padres eran
también miembros de la Cofradía del Santísimo del pueblo. Cuando acabé la
formación de lo que entonces se llamaba la EGB, mis padres me llevaron a León
para buscar un colegio donde estudiar el bachiller. Paramos en primer lugar en
La Virgen del Camino y preguntamos en el Colegio la posibilidad de estudiar
allí. Recuerdo que nos encontramos con un fraile dominico (el P. Enrique Lobo)
que miró atentamente mi libro de escolaridad y me dijo algo así como que si
quería estudiar en ese Colegio tenía que ser fraile. Espontáneamente le dije que
no tenía esa intención. Realmente nunca me lo había planteado, como ya he dicho
anteriormente (ya siendo yo fraile, el P. Enrique me lo recordaba siempre que
nos veíamos). Y continuamos el camino hasta León. Pero como ya estaba muy
avanzado el verano, no era fácil encontrar plaza en ningún colegio. De regreso
paramos de nuevo en La Virgen del Camino y rellenamos la solicitud para el
Colegio. Al poco tiempo me llegó una carta con la admisión, lo que me alegró
mucho. Antes de comenzar el curso tampoco pensaba en ser fraile. Me parecía
algo muy bueno, pero no para mí. Pensaba incluso en animar a otros a que lo
fueran como para compensar en cierta manera el que yo mismo no lo fuera. Una
vez en el colegio y a medida que conocí a los frailes, a los compañeros y a la
Orden yo también me entusiasmé con la idea de ser dominico. Creo que en esto
tuvieron mucho que ver también algunos de los frailes a los que conocí, aunque
yo no tuviera un trato especial con ellos; también fue importante la
experiencia de oración que allí tuve, experiencia propia del adolescente que yo
era entonces, y en nada extraordinaria.
- ¿Cuántos
años lleva usted como profesor? ¿Qué materias ha impartido? ¿Con cuál se
ha sentido más realizado?
Me estrené como profesor con un
curso especial titulado La resurrección de Cristo, impartido en la
Escuela de Teología de San Esteban en el año 1994. Aunque hasta cuatro años más
tarde, en septiembre de 1998, no comencé propiamente la docencia. Durante ese
curso impartí varias materias en el Centro de Teología Santo Domingo de Guzmán,
en República Dominicana: Cristología y Antropología I (creación e imagen de
Dios);
y en el mismo período en la Universidad UNIBE, del mismo país:
Cristología y Antropología II (pecado original y gracia); en estos centros
impartí la teología durante cuatro cursos, añadiendo la materia de Mariología.
En Salamanca, en el Instituto Teológico San Esteban, comencé a enseñar la
Teología espiritual también en ese mismo curso 1998-1999. En junio de ese mismo
año defendí la tesis doctoral en la Facultad de Teología San Esteban de
Salamanca, sobre un aspecto de la soteriología del Doctor Angélico, que titulé:
La mediación de la humanidad de Cristo: Clave de lectura de la soteriología
de santo Tomás de Aquino. Poco tiempo después comencé a impartir también la
materia de Eclesiología. Durante un semestre impartí también varias materias de
teología en el Studium Generale de la Provincia San Luis Beltrán de
Colombia, en Bogotá: Eclesiología, Teología Espiritual, teología Dogmática y
Teología Fundamental (2007). También he enseñado la Eclesiología y la
Cristología en la Escuela de Teología San Esteban. Colaboro en la Escuela de
Teología on-line Santo Tomás de Aquino, y con la Facultad San Vicente Ferrer de
Valencia. También he impartido curso de Historia de la Espiritualidad en La
Habana.
La materia que más me gusta impartir es la
Cristología; creo que también la mayoría de los alumnos sienten un mayor
atractivo por conocer más a fondo el misterio de Cristo. Misterio que nos toca
muy de cerca nuestra vida de creyentes y de discípulos.
- Ahora
si le parece hablamos de la Facultad ¿Qué balance realiza de los años
anteriores de Presidente de la Facultad y cuáles son las prioridades más
inmediatas?
En estos últimos años, y haciendo un balance rápido,
habría que resaltar la renovación de los Estatutos, la promoción del
profesorado y la incorporación de los jóvenes profesores. También son una
riqueza para la Facultad la creación de nuevas extensiones fuera de España,
como la Escuela de Teología de Malabo (Guinea Ecuatorial), y la Escuela de
Laicos de La Habana (Cuba). Es importante igualmente señalar la apertura de la
Facultad a las monjas y hermanas dominicas. También habría que resaltar el paso
de los frailes dominicos estudiantes, procedentes de diversos países, que han
obtenido en la Facultad sus titulaciones de licenciatura y doctorado en
Teología.
Desde el punto de vista estructural,
en estos últimos años se han finalizado con éxito las obras de remodelación.
También podríamos destacar algunos eventos como los
congresos celebrados para conmemorar el centenario de la llegada de los
primeros dominicos a América y el centenario del Sermón de Antón Montesino
pronunciado en La Española; más recientemente la colaboración con DOMUNI en el
Coloquio internacional sobre Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca.
De cara al futuro los retos más inmediatos son
principalmente la incorporación de nuevos profesores y de nuevos alumnos.
Ver aquí
toda la entrevista:
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