Los dominicos y la democracia
Este
mes, el pasado día ocho, celebrábamos en la Iglesia la fiesta de Santo
Domingo de Guzmán, el fundador de los dominicos. Ese mismo día concluía
en Trogir, cerca de Split, en Croacia, el Capitulo General de
Definidores de la Orden de Predicadores. Además los dominicos están
preparando sus 800 años de vida en la Iglesia, un Jubileo memorable que
culminará el 2016 coincidiendo con el ochocientos aniversario de la
confirmación de la Orden.
Todos estos acontecimientos me
sugieren la idea de comentar un aspecto muy significativo en la
estructura de la vida dominicana; me refiero al talante democrático de
su estructura organizativa y de sus instituciones. Resumiendo mi
pensamiento, yo diría que entre los dominicos el régimen de gobierno
funciona siempre de abajo a arriba. Los superiores de las comunidades
son siempre elegidos por los miembros de cada comunidad; en principio
nunca son designados a dedo. Los priores de los conventos son elegidos
libre y democráticamente por los frailes del convento reunidos en
capítulo. Siempre se requiere mayoría absoluta; y nadie se puede votar a
sí mismo. El prior provincial, cuya responsabilidad consiste en
gestionar el gobierno de una provincia, es elegido por los priores de
los conventos; a cada uno de éstos le acompaña siempre un religioso
elegido expresamente por los frailes de su comunidad para que les
represente y participe también en la elección. Un sistema análogo se
observa para elegir al Maestro de la Orden, cuya misión consiste en
dirigir y gobernar toda la Orden de Predicadores. Este estilo de
gobierno, que algunas órdenes e instituciones religiosas lo han
incorporado levemente en los últimos tiempos a impulsos, casi siempre,
de la renovación conciliar, los dominicos lo vienen observando desde
los primeros tiempos de la orden en el siglo XIII. Cualquiera puede
comprobarlo leyendo el texto primitivo de las Constituciones.
Quiero hacer una referencia a los
Capítulos Generales. Se celebran cada tres años y constituyen la
autoridad máxima en la orden. La función de los Capítulos Generales es
la de tomar el pulso a la vida y a la actividad de las comunidades y de
las provincias. Los Capítulos son, alternativamente, de Definidores y de
Provinciales. Estos representan al estamento de gobierno, a los que
dirigen, administran y gobiernan la vida de los frailes. Los
Definidores, en cambio, representan al conjunto de frailes dominicos que
desarrollan su actividad en el mundo de la investigación y la
enseñanza, a los que vuelcan su vida en la actividad apostólica y
misionera. De este modo los Capítulos Generales vienen a representar la
vida de la Orden en esas dos importantes facetas, la de gobierno y la
de la actividad intelectual y misionera.
Esta doble presencia se refleja de
modo muy significativo en el proceso legislativo. Las leyes en la Orden
de Predicadores, para ser aprobadas y confirmadas, deben pasar por tres
Capítulos. Este proceso requiere que las leyes incoadas en un Capítulo,
antes de su aprobación definitiva, deben ser sometidas a lo largo de
los dos Capítulos siguientes, a un ponderado análisis y valoración
llevado a cabo sucesivamente por los Provinciales y los Definidores,
representantes ambos de los sectores más significados y representativos
de la Orden. Evidentemente este modo de elaborar las leyes garantiza, al
cabo de tres Capítulos sucesivos, una indiscutible calidad y dinamismo
de la legislación dominicana. Sólo para elegir al Maestro de la Orden,
cuando el Capítulo es electivo, se reúnen conjuntamente Definidores y
Provinciales.
Los
Capítulos Generales no se celebran siempre en Roma, como ocurre en
otras instituciones religiosas. De forma alternativa los dominicos,
después de haber celebrado Capítulo General en Roma, eligen otra ciudad
distinta para la celebración del siguiente Capítulo. Este hecho,
indudablemente significativo, confiere a esa magna concentración
dominicana un importante talante de libertad, de autonomía y de
responsabilidad. Más aún, la elección del Maestro de la Orden no
requiere que sea sometida a la confirmación de una instancia superior.
Inmediatamente después de la elección, los dominicos se limitan a
comunicar a la Santa Sede el hecho de la elección. Todo ello refleja el
estilo de los dominicos; su carácter liberal y su autonomía, su respeto a
la libertad de espíritu y su amor incondicionnal a la verdad.
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