jueves, 31 de julio de 2014

El Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré, ha decidido nombrar a fr. Miguel Ángel del Río como Socio para Italia, Malta y la Península Ibérica.

El Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré, ha decidido nombrar a fr. Miguel Ángel del Río como Socio para Italia, Malta y la Península Ibérica.



30 de julio de 2014


El Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré, ha decidido nombrar a fr. Miguel Ángel del Río como Socio para Italia, Malta y la Península Ibérica por un periodo de seis años, sucediendo a fr. Bernardino Prella. El nombramiento se hará efectivo a mediados del mes de octubre.
Fr. Miguel Ángel del Río es hijo de la Provincia de España, nació en Barrillos de las Arrimadas (León) en 1970, e ingresó en la Orden en 1989. Fue ordenado sacerdote en 1995. Tras su ordenación sacerdotal estudió liturgia en el Pontificio Ateneo San Anselmo (Roma), donde se doctoró en 1998.
Ha sido prior del Convento de Ntra. Sra. del Camino (León) durante seis años, y en estos momentos está asignado al Convento de San Esteban (Salamanca). Es secretario y profesor de la Facultad y Escuela de Teología de San Esteban.
Según las Constituciones de la Orden de Predicadores (nº. 428) la principal tarea de fr. Miguel Ángel desde el momento en que se haga efectivo su nombramiento como asistente será "ayudar a las provincias y promover la colaboración entre las de la misma región",  fomentar "las relaciones mutuas de las provincias con el Maestro de la Orden", ayudarle "comunicando a las provincias que tienen encomendadas las decisiones y normas directivas del régimen central" y conocer "bien dichas provincias y, según las disposiciones del Maestro de la Orden, visitándolas asiduamente".  "Sin embargo -recuerdan también las Constituciones- los asistentes no tienen potestad alguna sobre cada una de las provincias".

 


Una vez más me toca comprobar cómo en la vida religiosa uno no puede hacer demasiados planes ni pensar en proyectos de futuro a largo o medio plazo. No se si fuera de la vida religiosa es posible, aunque supongo que tampoco. No es que esto sea malo, sólo es difícil.
Una vez más me toca practicar la obediencia, hacer las maletas y marchar. Primero, hace tres años, fue desde La Virgen del Camino hasta Salamanca. Y ahora, salir de mi destino en la ciudad del Tormes a otro, también a la orilla de un río, aunque bastante más lejano: el Tíber, en Roma, la Città Eterna.
Una vez más me toca despedir a mucha gente, conocida en estos últimos años o desde hace ya veinte, en mi primera estancia en Salamanca. Igual que hace poco me tocó decir adiós, o hasta pronto, a tanta buena gente que con la que trabé relación en los nueve años que estuve en La Virgen del Camino.
Así es la vida del fraile predicador: ir sembrando la Palabra, o ir regando lo que otros sembraron, o ir podando, o abonando, o haciendo todo lo posible para que se hagan visibles sus frutos. Y seguir adelante, con dolor y tristeza, y confiando en que Dios hará que nuestros caminos se crucen de nuevo en un futuro no muy lejano. Y las cosas seguirán con otros que cuiden o rieguen. Estad seguros de esto. Y esto nos recuerda que quien la hace germinar y crecer, es siempre el mismo: Dios. Y en esa confianza, seguimos adelante. Él es quien nos mueve y guía nuestras vidas, en Él confiamos y en Él nos apoyamos cada vez que aparecen nuevos retos y compromisos. Y siempre, siempre, dándole gracias, aunque duela.


Así es nuestra vida. Encuentros y despedidas. Encuentros alegres y despedidas tristes. Alegres, por lo que suponen de nuevos planes e ilusiones. Tristes porque se deja atrás un pedazo de vida compartida aunque, a cambio, uno se lleva también otros pedazos de amistad, fraternidad, vida.
Igual que hace unos años un pedazo quedó en la comunidad de La Virgen del Camino y con las gentes de allá, ahora uno de esos pedazos quedará en mi comunidad de San Esteban. Por supuesto, otro con mis amigos del barrio de Buenos Aires (aunque estos últimos años sólo nos hemos visto de cuando en cuando, nos seguimos a través de Facebook). Y otro, quizá el más doloroso en estos momentos, con mis archicofrades del Rosario, sobre todo con el Grupo Joven. Ha sido breve, pero intensa, la relación que hemos mantenido. Reflexionando y profundizando en nuestra fe, celebrándola y compartiendo proyectos e ideales. Espero que, poco a poco, se vayan realizando.
Tanto a los leoneses como a los charros os digo una misma cosa: sabed que, en lo que esté en mi mano, podéis seguir contando conmigo. Mantendré mi número de móvil y el mismo correo electrónico. Como mucho, habrá una diferencia: quizá en lugar de “Diga” os responda “Pronto?”.
En cualquier caso, esto tampoco es una despedida ni inmediata ni definitiva. Hay que terminar algunos proyectos que, como sabéis, tenemos en marcha. Estaré en Salamanca hasta mediados del mes de octubre, con algunas escapadas tanto a La Virgen como a Barrillos (¡cómo no voy a estar en los Remedios!). Por otro lado, seguiré pasando, tanto por León como por Salamanca en estos próximos años. Así que, como mucho, es un hasta pronto. Quién sabe, como nadie sirve para todo, igual no valgo para el trabajo que el Maestro de la Orden me encomienda y en un año me tenéis dando guerra de nuevo por aquí.
Con algunos de vosotros he podido hablar e informaros de esto personalmente. Con otros, sintiéndolo mucho, ha sido imposible, bien por la lejanía o bien por falta de tiempo o despiste. Espero que sepáis disculparme. En estas próximas semanas iremos hablando.
Muchas gracias por todo "e ci vediamo presto".

Miguel Ángel del Río
Fuente: Facebook
Damos la enhorabuena a nuestro profesor de Liturgia y  Derecho, un abrazo y buen hacer en su nuevo destino.
                                                                                                                          Juan Antonio Mateos

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