sábado, 7 de enero de 2017

Unamuno en la Academia de Santo Tomás



 SALAMANCArtv al DÍA

Unamuno en la Academia de Santo Tomás


El profundo mal del catolicismo es el racionalismo. Se quiere llegar a Dios con la razón, y con la razón se llega a la idea de Dios, no a Dios mismo…a Dios como realidad trascendente y sentida se llega solo por la realidad del universo sentido…
Miguel de Unamuno
Se acerca final de año y todos los salmantinos tenemos una cita con Don Miguel, recordando aquel 31 de diciembre de 1836, frío y nevado que nos dejó. Había pasado la mañana leyendo cuentos a su nieto Miguel, recluido en su casa de la calle Bordadores, la nieve helada de las calles aconsejaba no salir por el intenso frío que cubría la ciudad. El país se estaba desangrando en una guerra “incivil”, gritando su esperanza ante el falangista Bartolomé Aragón, Dios no puede volverle la espalda a España.
Volviendo la mirada unos años atrás, recién implantada otra dictadura, la de Primo de Rivera, Unamuno es invitado a realizar la conferencia de apertura de la “Academia de Santo Tomás”. Esta se desarrolló la tarde del 28 de octubre de 1923, presidiendo el acto el prior de San Esteban fray Daniel de Avellanosa,  encargándose le padre Getino en realizar la presentación. Era una celebración importante, ya que la Academia celebraba VI Centenario de la Canonización de Santo Tomás de Aquino, la ocasión merecía un orador e intelectual de prestigio. La sala está abarrotada y acompañaban en la presidencia al padre Avellanosa, los catedráticos Cañizo, Población, Peralta, Beato, Valenzuela, entre otros. Don Miguel de Unamuno disertó durante una hora de política y religión, como correspondía a su anuncio de “sermón laico o civil”, conferencia que levantó fuertes polémicas en algunos periódicos, sobre todo en LA GACETA REGIONAL.
La Academia de Santo Tomás de Aquino fue fundada por el dominico francés Gil de Villanova en el año 1881, con profesores de la universidad de Salamanca y frailes del convento de San Esteban. Los dominicos de la provincia de Toulouse tuvieron casa de estudios en el convento de Salamanca (1880 – 1187), durante el tiempo que duró su expulsión de Francia. La fundación de la Academia, respondía a las directrices del Papa León XIII que había declarado al Doctor Angélico patrono de Universidades, Estudios y Escuelas católicas, el 4 de agosto de 1880. La Academia quiere ser un encuentro entre profesores y estudiantes universitarios, suprimidas hacía tiempo las facultades de teología en las universidades del Estado, debatiendo en ella los problemas vivos de las ciencias y filosofía moderna. Cuando marcharon los dominicos franceses quedó bajo la dirección de los dominicos de la provincia de España, que la tomarán como modelo para implantarla en otras ciudades universitarias del país. En Salamanca tendrá una vida intelectual notable, llegando a tener doscientos socios numerarios, entre estudiantes y profesores de las distintas facultades de la Universidad salmantina. Se presentaban varias conferencias de profesores de la Universidad y frailes de San Esteban, pero alternando con las conferencias de los grandes maestros darán otras los alumnos, en el ambiente de discusión que determinaba el reglamento de la Academia.
La relación de Unamuno con los dominicos de la ciudad parte de la primavera de 1897, cuando de madrugada Don Miguel se refugia en el convento San Esteban, es el momento álgido de su crisis existencial, sintiéndose abandonado en las garras del “ángel de la nada”, entre la enfermedad de su hijo y el silencio de Dios. En esos días surge una amistad con los frailes del convento que se manifiesta en una importante correspondencia y la visita asidua a San Esteban y la Peña de Francia. Tenía trato amistoso con los padres, fray  J. Mª Suárez o fray Matías García, fueron directores, entre otros, de la Academia de Santo Tomás. Unamuno participará en numerosos actos de la Academia en numerosas ocasiones, se le invita a decir unas palabras, como la recepción de estudiantes de Coimbra, o la clausura del curso que hablará de la poesía de Leopoldo Cortejoso.
Por su parte, fray Daniel de Avellanosa, en esos momentos prior de San Esteban, después de su estancia en América, participará de la restauración de la provincia de Aragón. Cuando llega a Salamanca, tiene un trato cercano con Unamuno propiciado por la Academia de Santo Tomás. Dará una conferencia en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, que también tendrá resonancias polémicas en la prensa local, pero su intervención fue decisiva para la celebración del Centenario de fray Diego de Deza en junio de 1923.
La intervención de Unamuno en la Academia de Santo Tomás en el otoño de 1923, es recogida por numerosos periódicos no solo locales, sino también nacionales, pero realizará un seguimiento muy detallado por el periódico EL ADELANTO, que se negará a secundar a LA GACETA cuando surge la polémica. El padre Daniel Avellanosa hizo un brillante resumen del discurso de don Miguel y el padre Getino que realizó la presentación de Unamuno, elogiará de forma significativa su figura. En la conferencia Unamuno criticará los símbolos religiosos utilizados por el poder político (Santiago matamoros y la Virgen del Pilar), hace una referencia a la dictadura de Primo, comentando que se debe respeto a la autoridad, en efecto; pero este acatamiento hecho a la autoridad, no excluye la libertad para la crítica de sus decretos. Que cuando la autoridad ordena algo inconveniente, se cumple, pero a la vez se protesta de aquella inconveniencia que se le obliga a uno a cumplir. Unamuno citará a Santo Tomás, afirmando que la promulgación de una ley no es su sola publicación, sino su justificación, su explicación... La fuerza no es nunca duradera, no sienta nunca bien… Haciendo referencia al dictador, se pregunta, ¿No era usted de Costa, de aquel hombre que pedía un cirujano de hierro? – Tenga usted en cuenta – hay que contestar – que cirujano no es matarife, y que la espada no es bisturí.
La conferencia provoca en algunos sectores de la prensa, no solo local, que apoyan la dictadura de Primo, una fuerte polémica, encabezada por las críticas, rayando el insulto de LA GACETA. La directiva de la Academia se tiene que reunir de urgencia ante la polémica y sacar un comunicado, incluso se pensó denunciar a LA GACETA. Las críticas de este periódico, no solo van dirigidas al discurso de Unamuno, también contra los frailes de San Esteban, organizadores del acto, criticando que se habían mofado de las tradiciones religiosas. Las citas de Unamuno a lo religioso, no estaban fuera de la más estricta ortodoxia, pero tenían sus connotaciones políticas. Don Miguel había propuesto tener otros sentimientos como hombre y ciudadano, más allá de los sentimientos raciales, comentó que Santiago Apóstol, al que se le llama Matamoros, no mató nunca a nadie, ni, acaso, montó a caballo. Sólo Jesús, cuando entró en Jerusalén, montaba en un asno. De la Virgen del Pilar, dice la copla, que “no quiere ser francesa”; pero la Virgen ni es francesa, ni es española, porque su patria no es de estos mundos. Criticará la utilización del sentimiento religioso, para crear una forma de nacionalismo o bien para hacer las guerras. Posiblemente, pudo exacerbar más los ánimos de la prensa, la intervención final del padre Avellanosa, que no solo colmó de elogios a don Miguel, le llamará águila que se eleva sobre las nubes, hiriendo a sus contrincantes que como las cucarachas no sabían elevarse sobre el suelo. El prior subrayó que era necesario que debatiesen los estudiantes, sobre temas religiosos y humanos, ya los intelectuales pueden discutirlo todo. Posiblemente detrás de su discurso estaba defendiendo las tesis modernistas, donde se podían discutir incluso los dogmas de fe, siempre que se realizan con buenas formas y buena intención.
En la reunión de la directiva de la Academia para contestar a LA GACETA, el catedrático José Pascual Vila propone que lo que tiene de ofensa el artículo del periódico se desprecie, dando una nota de cordura y no contestar al insulto con el insulto. Propone que se recojan en un álbum de firmas de los señores catedráticos y académicos que acudieron a la conferencia, en desagravio al padre Avellanosa y al señor Unamuno, lo que fue aprobado por unanimidad. Se descarta denunciar a LA GACETA y la Academia saca una nota defendiendo a Don Miguel, afirmando en ella, que el que el señor Unamuno estuvo respetuoso con todos los dogmas, confesó algunos, y si las frases no tuvieron todo el arte escolástico de otros conferencistas, eso no es cosa de tomárselo a mal y dada su forma corriente de expresarse y nuestro propósito de atraerlo al bien…. Las veces que el señor Unamuno habló en ella fue respetuosísimo, y nosotros le veíamos pensando más en eso que en las conferencias del Ateneo,…
Fue una valiente respuesta de fray Daniel Avellanosa, su Director y Carlos de Anta, el Presidente de la Academia, quienes firman la nota. Meses más tarde en pleno delirio dictatorial, militarizando la política e imitando el fascio italiano, limitando las libertades, Unamuno será destituido de todos sus cargos, privado de la cátedra y confinado en la isla Fuerteventura. Don Miguel, por su parte, se niega asumir la dirección de los intelectuales disconformes con la dictadura, la petición había partido de Azaña a través de su cuñado. No quiere encabezar ningún grupo, pero se mantiene en la vanguardia de los que se esfuerzan por traer la república, como afirma en un artículo parcialmente censurado de la revista España.

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