domingo, 21 de abril de 2013

La Iglesia con los ojos de Pablo

LA IGLESIA CON LOS OJOS DE PABLO


Juan Antonio Mateos Pérez
Creoen la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna…
Pablo también realiza una eclesiología. La creación de diferentes comunidades, responde a su tarea apostólica y teológica. Utiliza diferentes denominaciones para sus comunidades y que piensan de sí mismas: Amados de Dios (Rom. 1,7), llamados de Jesucristo (Rom. 1,6), llamados santos (Rom. 1,7; 1 Cor. 1,2), santificados en Cristo (1 Cor. 1,2). De todas ellas predomina la autodenominación como iglesia de “los santos”. Parece que esta denominación tiene su origen en Jerusalén, siempre en plural y para definir a una comunidad, nunca a un individuo.
Pablo tomará de la iglesia de Jerusalén o de las de Judea, la palabra ekklesia (έχλησία), los convocados por Dios, la asamblea de Dios, o comunidad de Dios. Esta palabra se corresponde con la del Antiguo Testamento Qahal, asamblea convocada. Este título podía corresponder en un principio a la comunidad madre de Jerusalén.
Pablo, nunca se desvincula de esta iglesia, la visita varias veces y realiza la colecta con un importante coste para el Apóstol. Además reclamará igualdad de derechos para sus comunidades de la gentilidad. Pablo parte de la iglesia local, las comunidades concretas y a ellas dirige sus cartas. Pero hay una tendencia a una idea de iglesia global…Con todo, debemos percibir en el uso del nombre “comunidad de Dios” una tendencia a la unidad. El hecho de que aplicara este nombre de la comunidad de Jerusalén a sus propias comunidades habla tanto de su reclamación de la igualdad de derechos como de su voluntad de unidad1. Esta comunidad o pueblo de Dios es una convocatoria a la comunión con Cristo, pero la comunidad perdura más allá del llamamiento, subsiste a la reunión puntual. Cada iglesia local se constituye de manera permanente en comunidad de Dios.
Para la comunión con Cristo utiliza la imagen del cuerpo, con la diversidad en la unidad. Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros2. La comunidad es el espacio en el que Cristo puede obrar de un modo tan real que se hace presente en ella. No deriva de las actividades humanas, Cristo ha acogido en su unidad y en su cuerpo, como una gracia a los hombres. Así Cristo representa la unidad y la totalidad en cada iglesia local.
Pero en cada iglesia cada miembro ha recibido un don, un ministerio o carisma, que debe aportar para el buen funcionamiento del cuerpo. Como ya apuntábamos en el apartado anterior, se subraya más los carismas ordinarios, siempre en el amor al prójimo. En estos ministerios se fueron adjudicando de manera funcional, en 1 Cor. 12, 28 se habla de apóstoles, profetas y doctores. En la Carta a los filipenses introducen los ministerios de obispo y diáconos, posiblemente realizando tareas administrativas.
En cuanto a los sacramentos de la comunidad, bautismo y eucaristía, Pablo sigue de cerca la tradición eclesial. Esta tradición incluye la práctica. Se sigue la práctica de bautizar por inmersión, en agua corriente y en nombre de Jesús. Bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, es una tradición posterior que lo recoge el evangelio de Mateo (Mt. 28,19). El bautismo es el sacramento de iniciación, supone la purificación de los pecados, el don del Espíritu y la incorporación a la iglesia3. El bautismo es irrepetible e individual y remite a la muerte y resurrección de Cristo. Es el paso del hombre viejo al hombre nuevo, renovado que pertenece a Cristo. Esta idea apunta más allá, está comunión con Cristo, es también asumir así la suerte de Él, somos Uno en Cristo Jesús (Gal. 3,27). Pero necesita que esta renovación repercuta que el quehacer y la vida diaria del bautizado.
En cuanto a la eucaristía, comunica la tradición que ha llegado (1 Cor. 11, 23b – 25)4. Acepta la presencia en la comida y el valor salvífico de su muerte, En esta no sólo se establece la comunión con Cristo, en la cruz y la resurrección, sino de unos con otros. Es símbolo de la unidad, con la doble referencia, personal de Cristo y al cuerpo al que la iglesia representa.
En esa contraposición entre lo viejo y lo nuevo se enmarca la idea de pueblo de Dios. Se habla de un nuevo Israel, para todo el que cree, primero judío y luego griego. Pero su identidad no está en lo externo de la circuncisión, sino en el corazón, en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Ahora la promesa de Abrahán se cumple en Cristo. Hay un continuidad y discontinuidad, donde la iglesia, entendida como pueblo de Dios, es la comunidad de los creyentes (en Cristo) fundada en la elección de Abrahán5. Así como un olivo silvestre, le fuera injertado las ramas de un olivo noble. Dios permanece fiel a su pueblo, se salvará todo Israel, se producirá en el último acto de la historia, en la resurrección final, donde se dará sentido a todo misterio.

Amén.
1 Gnilka, G., o.cit., p. 259. Es una posición intermedia entre los que sólo consideran en Pablo la comunidad global y los que sólo la comunidad local. A la comunidad de Dios van dirigidas las dos cartas de Corintios.
2 Rom. 12, 4 - 5
3 Gnilka, G., o.cit., p. 264.
4 …,”que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias lo partió y dijo: Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío. Asimismo también la copa después de cenar diciendo: Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacerlo en recuerdo mío. Pues cada vez que coméis y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, que venga….”
5 Gnilka, G., o.cit., p. 273.

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