Juan Antonio Mateos Pérez
Creo…en la
Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida
eterna…
Pablo
también realiza una eclesiología. La creación de diferentes
comunidades, responde a su tarea apostólica y teológica. Utiliza
diferentes denominaciones para sus comunidades y que piensan de sí
mismas: Amados de Dios (Rom. 1,7), llamados de Jesucristo (Rom. 1,6),
llamados santos (Rom. 1,7; 1 Cor. 1,2), santificados en Cristo (1
Cor. 1,2). De todas ellas predomina la autodenominación como iglesia
de “los santos”. Parece que esta denominación tiene su origen en
Jerusalén, siempre en plural y para definir a una comunidad, nunca a
un individuo.
Pablo
tomará de la iglesia de Jerusalén o de las de Judea, la palabra
ekklesia (έχλησία), los convocados por Dios, la
asamblea de Dios, o comunidad de Dios. Esta palabra se corresponde
con la del Antiguo Testamento Qahal, asamblea convocada. Este
título podía corresponder en un principio a la comunidad madre de
Jerusalén.
Pablo,
nunca se desvincula de esta iglesia, la visita varias veces y realiza
la colecta con un importante coste para el Apóstol. Además
reclamará igualdad de derechos para sus comunidades de la
gentilidad. Pablo parte de la iglesia local, las comunidades
concretas y a ellas dirige sus cartas. Pero hay una tendencia a una
idea de iglesia global…Con todo, debemos percibir en el uso del
nombre “comunidad de Dios” una tendencia a la unidad. El hecho de
que aplicara este nombre de la comunidad de Jerusalén a sus propias
comunidades habla tanto de su reclamación de la igualdad de derechos
como de su voluntad de unidad1.
Esta comunidad o pueblo de Dios es una convocatoria a la
comunión con Cristo, pero la comunidad perdura más allá del
llamamiento, subsiste a la reunión puntual. Cada iglesia local se
constituye de manera permanente en comunidad de Dios.
Para
la comunión con Cristo utiliza la imagen del cuerpo, con la
diversidad en la unidad. Pues, así como nuestro cuerpo, en su
unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la
misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos
más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los
unos miembros de los otros2.
La comunidad es el espacio en el que Cristo puede obrar de un
modo tan real que se hace presente en ella. No deriva de las
actividades humanas, Cristo ha acogido en su unidad y en su cuerpo,
como una gracia a los hombres. Así Cristo representa la unidad y la
totalidad en cada iglesia local.
Pero
en cada iglesia cada miembro ha recibido un don, un ministerio o
carisma, que debe aportar para el buen funcionamiento del cuerpo.
Como ya apuntábamos en el apartado anterior, se subraya más los
carismas ordinarios, siempre en el amor al prójimo. En estos
ministerios se fueron adjudicando de manera funcional, en 1 Cor. 12,
28 se habla de apóstoles, profetas y doctores. En la Carta a los
filipenses introducen los ministerios de obispo y diáconos,
posiblemente realizando tareas administrativas.
En
cuanto a los sacramentos de la comunidad, bautismo y eucaristía,
Pablo sigue de cerca la tradición eclesial. Esta tradición incluye
la práctica. Se sigue la práctica de bautizar por inmersión, en
agua corriente y en nombre de Jesús. Bautizar en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu, es una tradición posterior que lo
recoge el evangelio de Mateo (Mt. 28,19). El bautismo es el
sacramento de iniciación, supone la purificación de los pecados,
el don del Espíritu y la incorporación a la iglesia3.
El bautismo es irrepetible e individual y remite a la muerte y
resurrección de Cristo. Es el paso del hombre viejo al hombre nuevo,
renovado que pertenece a Cristo. Esta idea apunta más allá, está
comunión con Cristo, es también asumir así la suerte de Él, somos
Uno en Cristo Jesús (Gal. 3,27). Pero necesita que esta
renovación repercuta que el quehacer y la vida diaria del bautizado.
En
cuanto a la eucaristía, comunica la tradición que ha llegado (1
Cor. 11, 23b – 25)4.
Acepta la presencia en la comida y el valor salvífico de su muerte,
En esta no sólo se establece la comunión con Cristo, en la cruz y
la resurrección, sino de unos con otros. Es símbolo de la unidad,
con la doble referencia, personal de Cristo y al cuerpo al que la
iglesia representa.
En
esa contraposición entre lo viejo y lo nuevo se enmarca la idea de
pueblo de Dios. Se habla de un nuevo Israel, para todo el que cree,
primero judío y luego griego. Pero su identidad no está en lo
externo de la circuncisión, sino en el corazón, en el cumplimiento
de la voluntad de Dios. Ahora la promesa de Abrahán se cumple en
Cristo. Hay un continuidad y discontinuidad, donde la iglesia,
entendida como pueblo de Dios, es la comunidad de los creyentes (en
Cristo) fundada en la elección de Abrahán5.
Así como un olivo silvestre, le fuera injertado las ramas de un
olivo noble. Dios permanece fiel a su pueblo, se salvará todo
Israel, se producirá en el último acto de la historia, en la
resurrección final, donde se dará sentido a todo misterio.
…Amén.
1
Gnilka, G., o.cit., p. 259. Es una posición intermedia entre los
que sólo consideran en Pablo la comunidad global y los que sólo la
comunidad local. A la comunidad de Dios van dirigidas las dos cartas
de Corintios.
2
Rom. 12, 4 - 5
3
Gnilka, G., o.cit., p. 264.
4
…,”que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó
pan, y después de dar gracias lo partió y dijo: Este es mi cuerpo
que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío. Asimismo
también la copa después de cenar diciendo: Esta copa es la Nueva
Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacerlo en
recuerdo mío. Pues cada vez que coméis y bebéis esta copa,
anunciáis la muerte del Señor, que venga….”
5
Gnilka, G., o.cit., p. 273.
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