jueves, 26 de septiembre de 2013

Lo natural y lo sobrenatural. III. Superar la dualidad


Pedro Becerro Cereceda
Asociación de alumnos de Teología






Al finalizar el curso, comencé a escribir una “trilogía de articulillos”,  a raíz de terminar de leer el libro, “Victimas del pecado” de José M. Castillo (Ed. Trota), y fijándome en las dos coincidencias, siguientes:
Asistir a misa el día 9 de junio en la Purísima y Terminar el curso en San Esteban con las cartas católicas: 1ª, 2ª y 3º de Juan
Tengo que reconocer humildemente, que me  metí  en un buen embolado; y de hecho no sabía cómo completar la tercera parte de esta trilogía. Al final “salvado por la campana”, pues Juan Antonio terminó la edición de la “Posada... “ y el largo y cálido verano, se abría ante nuestros ojos.  Poco a poco se ha ido fraguando el material, con el que “puedo” completar esta serie de “articulillos”.
No voy a comentar las cartas católicas 1ª, 2ª y 3ª de Juan. El P. Rafael, nos lo explicó estupendamente.  Llama la atención la división que había entonces entre las diversas comunidades, que creían en Jesucristo, nuestro Señor. Entonces, ahora y siempre en la historia, división que ha llevado a cruentas guerras. División en la política, economía, sociedad... no hace falta enumerar, cualquiera puede verlo.
Pues bien: Leyendo a E. Martínez Lozano, he vislumbrado la causa de tal proceder histórico. Según este autor “Hace 3500 años, la humanidad ha entrado, colectivamente en, en la fase del ego individualizado, autoconsciente: una fase ya claramente personal. La conciencia humana ha evolucionado hasta constituir un sujeto individual, un ego único y separado de todo y de todos” Y este mismo autor en el libro “Vivir lo que somos, cuatro actitudes y un camino” ( Ed. Desclée de Brouwer), en las páginas 72-73 afirma: “El “yo” que carece de fundamento en sí mismo ve al otro como un ser separado. Y dado que la mente no puede operar sino es fraccionando la realidad, el pensamiento dualista es inevitable y, con él, la dicotomía del “o yo o tú”, “o nosotros o ellos”; dicotomía insuperable mientras permanezcamos en el pensamiento, porque ... la mente crea necesariamente una pantalla opaca entre tú y tú y entre tú y los otros; dicotomía además, que encierra un potencial sumamente peligroso ... No es extraño que con este tipo de pensamiento se acabe en la crispación o en el enfrentamiento militar.
La psicología profunda nos enseña que toda dicotomía simplista entre el bien y el mal no es sino un reflejo del mecanismo psicológico de la sombra (colectiva) ... Al Qaeda y la Administración Bush (según D. Loy) no son sino dos versiones diferentes de la misma guerra santa entre el bien y el mal ... No debemos olvidar que una de las causas principales del mal en este mundo ha sido el intento humano de erradicar el mal.
Al actuar de ese modo, olvidamos que, en realidad, la lucha tiene lugar en el interior de cada uno de nosotros. Por eso, sólo el reconocimiento del “otro” como un igual y el desarrollo de una relación de mutuo enriquecimiento podrá ser la solución. Todos los sabios han trasmitido esta lección. ... “No devolváis mal por mal” recomendaba Jesús”.
Esta misma conciencia “egóica”, es la que nos hace ver a Dios separado de nosotros mismos, como “otro”, sin caer en la cuenta que “Somos templos vivos del Espíritu Santo”, es decir, que Dios es/está mi, que es “atemporal” y por la misma causa, está en todos. Aquí tiene sentido la cita de Mt 25, 40 “Lo que hacéis al otro a mi me lo hacéis...” Teniendo en cuenta esto, tiene sentido “Santificar el momento presente”, tiene sentido la cita evangélica “El Padre y yo somos uno”.
Dios está en el “presente”, así lo han visto los místicos. La mente no puede encontrar a Dios, bien lo vio Santo Tomás, cuando ordenó quemar sus escritos al final de su vida. A Dios hay que sentirlo, más que adorarlo. De esta manera podemos tener “entrañas de misericordia
En la última entrevista a la pregunta “Santidad, ¿cómo se hace para buscar y encontrar a Dios en todas las cosas?”, el papa Francisco contesta: “... tenemos la tentación de buscar a Dios en el pasado o en lo que creemos que puede darse en el futuro. Dios está ciertamente en el pasado porque está en las huellas que ha ido dejando. Y está también en el futuro como promesa. Pero el Dios “concreto”, por decirlo así es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar a Dios. Las lamentaciones que se oyen hoy sobre cómo va este mundo “bárbaro” acaban generando en la iglesia deseos de orden, entendido como pura conservación, como defensa. No: hay que encontrar a Dios en nuestro hoy”.
Cuando clamamos  “¡Ven Señor Jesús!” estamos rogando, de forma inconsciente,  superar este estado dual y conflictivo y, aunque me salga del terreno religioso, puede que estemos cerca de ello. La humanidad está a punto de cambiar de paradigma.  Y vuelvo a citara E. Martínez Lozano: “Según K. Wilber estamos a punto  de que el “yo-racional” dé paso al “yo-integrado”, en la persona que ha integrado y unificado las dimensiones de cuerpo-mente-imagen-sombra-ego. Si bien este proceso se ha dado a lo largo de la historia humana en personalidades individuales”.
Mientras tanto, hemos de tomar una actitud humilde, como el publicano de la parábola. Sólo así podremos hacer de “buenos samaritanos”, con “entrañas de misericordia y cuando recibimos a Jesús Sacramentado, no olvidar, como dijo nuestro obispo D. Carlos en el encuentro de cofradías de Villoria, que recibimos, al enfermo, al emigrante, al pobre, ... en definitiva al “otro”.
Pedro Becerro Cereceda

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