lunes, 27 de mayo de 2013

A LA PEÑA DE FRANCIA POR EL CAMINO DEL MAILLO



http://lh4.googleusercontent.com/-26hDfv3TSWc/AAAAAAAAAAI/AAAAAAAAAKs/Ovjq7HwtuOo/s512-c/photo.jpg 
Juan Antonio Mateos Pérez

Un grupo de alumnos de la Escuela de Teología, intentamos llegar a la Peña de Francia desde el Maillo, pero fue un intento fallido. No porque no tuviéramos ganas, ni porque no estuviéramos en forma, nos equivocamos de camino. Sí, desde la salida, después de más de dos horas y media de marcha, llegamos a un punto donde se perdía el camino y solo había monte, ningún letrero, ninguna señal de senderismo. Así es, como para querer descifrar los signos de los tiempos, si no sabemos descifrar un simple mapa que estaba  delante de nosotros. Es cierto, los signos de los tiempos son ambiguos, como lo somos nosotros, con muchas aristas. Así como el camino, perdidos y sin atisbar en ningún momento la silueta inconfundible de la Peña. Está vez, no tuvo la culpa el prior, lo cierto es que es así, también en la vida hay que aprender a caminar por caminos desconocidos, por caminos cotidianos y dejarse envolver por el hermoso verde de la montaña. También en el camino abierto de la cumbre, en lo inesperado surge el  hontanar, el agua vida del arroyo. Así en la subida, entre la soledad y el silencio, es el camino del encuentro con Dios.
Bueno a las tres horas y media, pudimos comer en el merendero del Maillo, cansados, pero contentos. Después en automóvil, ascendimos hasta el encuentro del convento de nuestra Señora de la Peña de Francia, antes visitando, apenados, la “Casa Baja”, poco a poco en ruinas. Tomamos un café, probamos la excelente tarta que nos ofreció el padre Rafael, y celebramos la eucaristía a las seis de la tarde, presidida por el padre Ángel, junto, con otros muchos peregrinos. Después nos hicimos una foto en el rollo de exención, en medio de la plaza. Este rollo tiene grabadas las armas de Castilla y León, el escudo de la Orden, un motivo mariano, y en la parte opuesta, un reo aherrojado de pies con un dogal al cuello, símbolo del poder del prior del convento. ¡Qué tiempos aquellos, en que los priores tenían tanto poder! ¡Ahora siguen teniendo, pero menos!
Siempre que subo a la Peña, no dejan de subir peregrinos, incluso de lugares lejanos, no sólo de la provincia o de Cáceres. No son los signos de los tiempos, sino que la devoción a la Virgen de la Peña debió ser una de las devociones marianas más significadas de toda la península Ibérica. No sólo porque la difunde la orden por toda Castilla, existen ocho templos en la península y uno en canarias, dedicados a la Virgen de la Peña, el más cercano lo tenemos en Zamora. Además, se extiende al otro lado del mar, en toda América. Es significativo, que incluso la difunden religiosos que no eran de la Orden, como santo Toribio Mogrovejo arzobispo de Lima, recordando su estancia en Salamanca, en el convento de santa Clara, coloca una imagen de la Virgen de la Peña. Además pidió indulgencias al papa Clemente VIII, argumentando que era una imagen de gran devoción.
De esa devoción queda reflejo en la literatura de los siglos XVI y XVII. Así,  Agustín de Moreto, que en su obra Todo es enredo de amor, nos recuerda a la Virgen de la Peña:
Y echando la voz que viene
a cumplir una Novena
que es una dolencia grave
ofreció a la imagen bella
a quien llaman de la Peña
de Francia,....
Importantes alusiones a la Peña las recogen Cervantes en el Quijote, poniendo en labios de Santo, cuando don Alonso de Quijano quiere descender a la peligrosa cueva de Montesinos: ¡Dios te guíe y la Peña de Francia, junto con la Trinidad de Gaeta (Virgen muy venerada por los marineros de Nápoles, el monasterio fue fundado por Fernando de Anjou), flor, nata y espuma de los caballeros andantes! También aparece en la Gitanilla, donde un personaje finge ir “...a Nuestra Señora de la Peña de Francia a un cierto negocio...”, aunque en realidad va tras la gitanilla.
Lope de Vega, en “El casamiento en la muerte”, en la jornada tercera, es el ejercito de Carlomagno derrotado en Roncesvalles es el que viene a Salamanca, a que Roldán muera a manos de Bernardo de Carpio.
Marcelio – Antes es cosa forzosa,
por memoria de esta hazaña,
que tenemos en España
Peña de Francia famosa...
 Fr. Gabriel Tellez (Tirso de Molina), escribió una obra de teatro con el claro título de La Peña de Francia, que, aunque el objetivo principal es el advocación a la Virgen de la Peña, casi toda la obra la ocupan las rivalidades amorosas y políticas de los infantes, don Enrique y don Pedro, hermanos de Juan II de Castilla. En ella también asoma la figura de Simón Vela, fugitivo de París por no casarse y de romero en Castilla, cuando recibe el aviso del cielo que debe encontrar una imagen de la Virgen escondida en la Peña de Francia, dando razón unos carboneritos de Salamanca. En la Peña siente hambre y se duerme, así le despierta el desprendimiento de una peña, donde encuentra escondida la imagen, que saca con la ayuda de los aldeanos del lugar. Después, llega el rey don Juan II en busca de don Enrique, y se ofrece a fundar allí un convento. Don Enrique había sacado de Salamanca a doña Catalina hermana de don Juan, de la cual estaba enamorado, el rey perdona y casa a los amantes. También don Pedro se casa, en este caso con la bella hija de un carbonero, que en realidad era el conde de Urgel, anciano y prófugo de la justicia.
No sólo aparece en la literatura, sino en libros de viajeros y caminantes, como Richard Ford en su Manual para viajeros por España de 1846 escribía que..., El valle mide cosa de tres millas de longitud y dos de anchura, y está ceñido por montes, de los que la Peña de Francia es la más alta y silvestre; en esta “altura” se ve un santuario o capilla dedicada a la Virgen, que es visitada por miles de personas el día 8 de septiembre. También citar a la España desconocida. Notas para una excursión á la Alberca, Las Jurdes, Batuecas y Peña de Francia de Marcos Rafael Blanco-Belmonte, escrita en 1911. De nuestro Unamuno, ya hemos hablado muchas veces,quiero citar también al catedrático francés Maurice Legendre, importante hispanista, que contribuyó a restaurar, junto con el padre Matías y el padre Constantino, la devoción a la Virgen de la Peña y a difundir el convento por todo el mundo.
Aquí hemos terminado por hoy, no sin desasosiego, pensando en atacar la Peña de nuevo, por el camino del Maillo. Lo intentaremos pronto y contaremos otras muchas cosas de este entrañable y sagrado lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario