sábado, 1 de junio de 2013

Imaginando los caminos de Pablo de Tarso: Anfípolis















Juan Antonio Mateos Pérez

Macedonia era un lugar de paso obligado en los caminos de Pablo hacia occidente por donde pasaba la vía Egnatia. Esta importante ruta fue construida por Roma alrededor del 146 a. C, para comunicar las ciudades romanas del Adriático hasta Bizancio, cubriendo alrededor de 1120 km. Por esta vía se pasaba por ciudades tan paulinas como Filipos, Tesalónica, Berea, Pella, etc, así como la ciudad de Anfípolis, por la que pasa según Hc 17,1. Llega a esta ciudad después de abandonar Filipos, sería aproximadamente entre finales del año 49 y la primavera del año 50 d. C.  Parece que no había sinagogas en esta ciudad, ni en Apolonia, por lo que debió seguir camino hasta Tesalónica.

Era una ciudad importante en la antigua Macedonia, situada cerca de la desembocadura del río Estrimón, que casi la rodeaba, de ahí su nombre. Fue fundada en el siglo V a. C por Atenas. Cuenta Tucídides que será un lugar significado en la guerra del Peloponeso, un lugar disputado por Atenas y Esparta. Cuando es conquistada por el rey espartano Brasidas, lo que supuso una importante derrota para Atenas. Tucídides que no pudo impedirla, fue condenado al exilio, y allí nos legó a la posteridad su magna obra, Historia de la Guerra del Peloponeso. En una nueva expedición ateniense al mando de Cleón, que fracasa de nuevo, aunque muere junto al rey Brasidas en la batalla bajo los muros de la ciudad. Anfípolis, conservó así su independencia, que mantuvo hasta el reinado de Filipo II, a pesar de las nuevas tentativas atenienses, debidas principalmente al gobierno de Calístrato.

No sólo fue importante la participación de Tucídides en la batalla de Anfípolis, sino del ilustre Sócrates. En ella destacó por su coraje, al salvar la vida del Alcibíades, así lo cuenta Platón en el Banquete.
Filipo II la conquistará, aunque no pasará inmediatamente a formar parte del reino Macedónico, conservando una cierta autonomía institucional. Cercana al monte Pangeo, lugar donde el rey macedonio se abastecía de oro para pagar sus campañas militares. Bajo el reinado de Alejandro Magno, fue una importante base naval, donde salieron varios de sus célebres almirantes. Cuenta la peregrina berciana Egeria, que cuando caminaba por la calzada que llevó a Pablo a Tesalónica, divisó en la ciudad la imponente estatua del León que Laomedón, almirante de Alejandro Magno, mandó erigir como monumento funerario. Continuaba su relato Egeria, que disfrutó de bella ciudad y de las vistas del río Estrimón.

Hace unos meses, un equipo de arqueólogos ha encontrado en la ciudad, un recinto circular que encierra un gran túmulo, en el que se cree que yacen los restos de Roxana, esposa de Alejandro Magno, y su hijo de 12 años. Según la leyenda, habían sido condenados al ostracismo después de la muerte de Alejandro. Allí, Alejandro IV, de doce años de edad, y su madre Roxana fueron asesinados. La tradición dice que las dos víctimas fueron enterradas en Anfípolis, pero no hay evidencias hasta ahora que lo prueben, a pesar de las excavaciones.
En el 168 a C. fue conquistada por los romanos en la batalla de Pidna, convirtiéndola en una ciudad libre, siendo una de las cuatro capitales en las que dividieron el reino de Macedonia.
No se sabe mucho de los primeros cristianos de la ciudad, parece que fue un obispado sufragáneo de la ciudad de  Tesalónica.  Pero sí hay restos de importantes Basílicas de los siglos V y VI d C., adornadas con ricos pavimentos de mosaicos y una cuidada escultura arquitectónica con capitel con prótomes de carnero, así como una iglesia de planta central, hexagonal, que recuerda la de la San Vital de Rávena.

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