La posada del silencio
El texto de hoy
Sólo en Dios descansa mi alma
Podemos llegar a estas horas con agitación, con prisas, con toda la celeridad de la vida. El silencio es entonces en primer lugar un apaciguamiento, se va haciendo presente ahí otra luz que hay en nosotros.Parece que no se ve nada. Hay que permitir que esa prisa, esa crispación se vaya calmando. En el silencio todas las cosas van encajando en su sitio, pero hay que darles tiempo. Un tiempo de apaciguamiento para que cada cosa encuentre su lugar.
El agua revuelta no refleja nada pero el tiempo devuelve al agua su ser cristalino, así el silencio nos devuelve la claridad, nos devuelve un sosiego, nos devuelve la luz.
Solo en el silencio descansa mi alma. “Solo en Dios descansa mi alma”.
Conversaciones de San Esteban. Antonio Oteiza, escultor; Joaquín Arellano, arquitecto, “Vía lucis”, proyecto artístico y propuesta cultural y espiritual.
Antonio Oteiza
Antonio Oteiza nace en San Sebastián (Gipuzkoa) el 26 de junio de 1926, hijo de Carmen Embil Giner y José Oteiza Lasa. A los diez años, se traslada con su hermano Ignacio a vivir a Orio, donde estudia en el Colegio la Salle de Zarauz, a cinco kilómetros de Orio. En 1945 entra en el noviciado de los Capuchinos, en Bilbao y comienza a estudiar Filosofía (1946-48) y Teología (1949-52), siendo ordenado sacerdote en Madrid por el obispo Eijo Garay en 1953. Destinado como misionero en Báyamo (Cuba), pasa 5 años en Venezuela y recorre el Orinoco; allí conoce la cultura de los indios Guayo y los indios Motilones, en la Sierra de Parijá, entre Colombia y Venezuela.
Antonio inicia su carrera como artista realizando sus primeras obras en la década de los 50.
“Mi afición por el arte nació de una necesidad; andaba a mis 30 años por el oriente venezolano, y era el año del tercer centenario de la llegada de los capuchinos a esas regiones donde habían fundado multitud de pueblos. Quise hacerles algún recordatorio, pensé en un monumento y busqué un escultor, pero no lo encontré. Así que busqué barro y todos lo necesario y lo hice yo mismo.”
De vuelta a Madrid en 1961, plantea a sus superiores dedicarse al arte religioso. Recibe clases durante un mes de manos del escultor Víctor de los Ríos y del pintor de San Fernando Amadeo Roca. Monta un taller en el convento capuchino de Cuatro Caminos (Madrid) y allí crea sus primeras obras, perfectamente figurativas, como corresponde a los criterios de una formación académica. Allí realiza piezas como “San Francisco y el lobo”, “San Francisco y las tórtolas” y dos acerca de Pau Casals. En estas se aprecia la confluencia o síntesis formal entre las formas redondeadas orgánicas y los planos geométricos nítidos.
Antonio va definiendo lentamente su propio estilo. Trabaja madera y piedra. A mediados del mismo año se le da permiso para estudiar arte en La Escuela Internacional de Perusa (Italia). A su vuelta, en 1963, Antonio expone en Vitoria con el jesuita Santiago Montes. Durante estos años participa en el movimiento de renovación del arte religioso que promueve el concilio Vaticano II.
En octubre de 1964 Antonio se ve obligado a desmantelar el taller de Cuatro Caminos, pues es destinado a La Coruña, donde se instala en el convento de Capuchinos de Gijón. Allí reanuda la práctica de la cerámica, en la Fábrica de Loza del barrio del Natahoyo. En Gijón quedan muchos trabajos suyos, que ascienden a casi 20 obras.
En 1969 pasa un año en Aránzazu con su hermano Jorge, donde trabaja en la obra de la Basílica. Su hermano Jorge es elegido para encabezar la obra junto al arquitecto Saénz de Oiza, los escultores Lucio Muñoz y Eduardo Chillida, los pintores Carlos Pascual de Lara y Néstor Basterrrechea y fray Javier M. de Eulate, autor de las vidrieras. Es la única vez que los dos hermanos trabajarán juntos.
“Cuando en tu familia surge una personalidad artística, piensas que lo que merece la pena, ese pensamiento te puede inducir a actuar. Ese ha sido mi caso… Podemos estar influidos por motivaciones similares. Jorge ha razonado todo su arte, esto es muy importante. Yo, por mi parte, intento ser espontáneo y estar cerca de la frescura del arte popular.”
En 1970 Antonio vuelve a partir rumbo a Recife (Brasil). Durante tres meses remonta el curso del Amazonas en barca, desde Belén a la cordillera de los Andes, donde escribe “Aventurero sin equipaje por el Amazonas”. En enero de 1971 es párroco de Angasmarca, en los Andes peruanos, experiencia que le marca y que refleja en su libro “Cartas parroquiales de Angasmarca”. Vuelve a España atravesando el Pacífico, con lo que completa la vuelta al mundo.
“Una de las conciencias que da el viaje, aquel que pasa la vida de peregrino por el mundo, es que en cada lugar se va dejando parte de su vida, lo que le concede ya un derecho de pertenencia a ese lugar, se siente que se va dejando el futuro cadáver en cada lugar, porque en el último lugar en que va a quedarse tampoco le corresponderá el quedarse.”
Desde que dejó América atrás, ideaba volver, pero aún no sabía que se iba a convertir en un aventurero incansable, por los sitios más recónditos de la geografía americana. El riesgo, el miedo, lo desconocido, la propia muerte son límites que él mismo desafía con tal suerte, que en varios cuadernos recogió datos importantes para luego narrarnos día a día, sus vivencias en el río Amazonas. Indudablemente a partir de ahora empieza la obra de su vida, que perdura hasta el día de hoy.
Cuarenta años de Facultad de Teología de Valencia e investidura de doctor honoris causa a fray Argimiro Velasco
El miércoles, cuatro de febrero, en un solemne acto, la Facultad de Teología de Valencia celebró sus 40 años de existencia, con la investidura como Doctores Honoris Causa de fray Argimiro Velasco Delgado y del sacerdote e historiador valenciano Vicente Cárcel Ortí.
6 de febrero de 2015Durante el acto se ha procedido a la entrega de la medalla de oro de la Facultad a los profesores eméritos de la misma, entre otros a fray Feliciano Paredes, fray Gerardo Sánchez, fray Vito T. Gómez, fray Arturo Bernal, fray Roberto Ortuño, Esteban Pérez y fray Juan José Gallego. A este respecto, el decano de la Facultad, Juan Miguel Díaz Rodelas ha explicado que la celebración de hoy “es un momento para recordar y resaltar la importancia de los profesores que han trabajado en la Facultad y ofrecido su conocimiento en todo este tiempo”.
El momento culminante de la ceremonia ha sido la investidura como doctores honoris de Vicente Cárcel y fray Argimiro Velasco. Al historiador valenciano monseñor Vicente Cárcel (Manises, 1940), se le reconoce “su extraordinario trabajo de investigación y análisis histórico desarrollado al servicio de la Iglesia, tanto en la Santa Sede, como en España y en la archidiócesis de Valencia”.
Por su parte, en el caso de fray Argimiro Velasco (Palencia, 1930), la distinción es en reconocimiento a “su amplia y valiosa dedicación a la investigación y la docencia en Patrología y su ejemplar servicio como bibliotecario de la facultad de Teología de Valencia, en lo que fue su sección de Dominicos”. Fray Argimiro Velasco fue apadrinado por fray Esteban Pérez Delgado, que destacó la importancia que, en la producción de fray Argimiro, tiene la traducción, edición y notas a la Historia eclesiástico de Eusebio de Cesarea. En su parlamento de aceptación fray Argimiro hizo un paralelismo entre la situación de San Basilio de Cesarea y el momento actual.
Por otra parte, podemos confirmar que el miércoles, día 11 de febrero, tomará posesión como nuevo Decano de la Facultad, fray Vicente Botella Cubells.
(Foto: Archidiócesis de Valencia)
Fray Argimiro Velasco OP recibe el Doctorado "Honoris Causa" de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia.
Acto de investidura como Doctores "Honoris Causa" del dominico Fr. Argimiro Velasco Delgado OP y el sacerdote Vicente Cárcel Ortí en el marco de la Celebración del 40 Aniversario de la Facultad de Teología.
El arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, ha presidido, la celebración del solemne acto académico con motivo del 40 aniversario de la Facultad de Teología “San Vicente Ferrer” de Valencia en el que han participado un total de once obispos vinculados de una u otra forma con la Facultad. El hermoso y sentido acto, en el que los sacerdotes Vicente Cárcel y Argimiro Velasco fueron investidos Doctores “Honoris Causa”, comenzó a las 18 horas en el salón de actos de la Facultad, que estaba colmado de público, y estuvo presidido por el cardenal Cañizares. En primer lugar se entregó la Medalla de la Facultad en reconocimiento a su labor a una quincena de profesores eméritos, entre ellos los dominicos: Gerardo Sánchez, Juan José Gallego, Esteban Pérez, Vito T. Gómez, Feliciano Paredes, Roberto Ortuño y Arturo Bernal. La celebración “es un momento para recordar y resaltar la importancia de los profesores que han trabajado en la Facultad y ofrecido su conocimiento en todo este tiempo”, ha explicado el Decano de la Facultad, Juan Miguel Díaz Rodelas. El doctorado honoris causa a monseñor Vicente Cárcel Ortí (Manises, 1940), quiere reconocer “su extraordinario trabajo de investigación y análisis histórico desarrollado al servicio de la Iglesia, tanto en la Santa Sede, como en España y en la archidiócesis de Valencia”. Por su parte, en el caso del Padre Argimiro Velasco Delgado (Palencia, 1930), la distinción es en reconocimiento a “su amplia y valiosa dedicación a la investigación y la docencia en Patrología y su ejemplar servicio como bibliotecario de la facultad de Teología de Valencia, en lo que fue su sección de Dominicos”. Su laudatio corrió a cargo de Esteban Pérez Delgado op.Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia: 40 años al servicio de la Iglesia
La Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia celebra los 40 años de su creación con un solemne y multitudinario acto académico.
En un multitudinario acto Facultad de Teología San Vicente Ferrer celebró el 40 aniversario de su erección canónica. Con este motivo, enmarcado en la fiesta de Santo Tomás, de Aquino, se hizo entrega de la Medalla de la Facultad a todos sus profesores eméritos vivos y, además, tuvo lugar la colación del grado de Doctor Honoris Causa a D. Vicente Cárcel Ortí y a Fr. Argimiro Velasco OP. A las 18’00 del 4 de febrero entró en el abarrotado salón de actos de la Facultad la comitiva académica presidida por el Gran Canciller, cardenal Antonio Cañizares, y por Fr. Martín Gelabert OP, Vice-Gran Canciller. Inmediatamente tuvo lugar la entrega de las Medallas a 22 profesores eméritos. Entre ellos, siete frailes dominicos: Roberto Ortuño, Feliciano Paredes, Gerardo Sánchez, Esteban Pérez, Arturo Bernal, Vito T. Gómez y Juan José Gallego. A continuación vino la colación de los Doctorados ad honorem. Los respectivos padrinos de los galardonados realizaron la pertinente laudatio. Por parte de D. Vicente Cárcel habló el profesor Miguel Navarro. Por parte de Fr. Argimiro Velasco lo hizo su primo Fr. Esteban Pérez, quien destacó el reconocido valor de las publicaciones del profesor Velasco en el ámbito de su investigación, la patrística. Posteriormente, vinieron los discursos de los nuevos Doctores. D. Vicente Cárcel hizo un breve recorrido en torno a la Teología en Valencia desde el siglo XIV hasta la fundación de la actual Facultad de Teología San Vicente Ferrer. Fr. Argimiro realizó una reflexión sapiencial basada en San Basilio de Cesarea. En ella expuso cómo este Padre de la Iglesia quiso enseñar a los más jóvenes en qué consistía la excelencia en la formación, destacando la capacidad de aquel Maestro para unir a la virtud de las enseñanzas paganas la gracia de las virtudes interiores propias de la fe. Un discurso del Decano-Presidente y unas palabras del Gran Canciller cerraron el acto, que dio paso a un vino de honor en el claustro de la Facultad.Para ver un vídeo de la celebración pinchar aquí.
Aniversario de los padres difuntos
(Orden de Predicadores)
Los dominicos conjugan perfectamente la alegría, como rasgo de vida,
con la vivencia de la muerte y su alcance trascendente. Baste abrir el
libro de las Constituciones para admirarse ante la preocupación por los
difuntos de la Familia Dominicana. Diez números de este libro precisan
los modos y maneras de recordar las obligaciones que con los difuntos de
la Orden se establecen. Por ejemplo: “En cada convento se celebrará
misa de difuntos: el día 7 de febrero por el aniversario de los padres;
el día 5 de septiembre por el aniversario de los bienhechores y
familiares de la Orden; el día 8 de noviembre por el aniversario de los
hermanos y hermanas.” (Constituciones O. P. 70, II).Según esta disposición, el día 7 de febrero todos los conventos de la Orden celebran la misa conventual por los padres de los frailes, una manera de corresponder a quienes dieron la vida y la primera educación a quienes siguieron la vocación dominicana. Resulta llamativa la carga espiritual que la Orden señala a favor de los difuntos de la Orden: una misa conventual semanal, el rezo del rosario, una vez a la semana, una vez al día el salmo “De profundis”, etc, etc. Cabría pensar que esta intensa oración por los difuntos marcaría, en los miembros de la Familia Dominicana, alguna señal fúnebre, algún sarpullido de fácil tristeza; nada más lejano a la realidad del talante dominicano. El intenso recuerdo de nuestros difuntos, nos aviva la alegría de la esperanza cristiana que se traduce en la risa y en el optimismo bienhumorado.
Fray José Luis Gago de Val, O. P.
XIV Jornadas África (Valladolid)
10, 11 y 12 de febrero. XIV Jornadas África en Valladolid. El drama de la Emigración Africana hacia Europa. Facultad de Derecho Universidad de Valladolid.
ESCUELA DE TEOLOGÍA DE SAN ESTEBAN
Curso breve: "Una aproximación a la mística
teresiana".
El curso, de diez horas de duración, será impartido por el
carmelita descalzo Santiago Guerra Sancho, del 23 al 27 de febrero, de 19.00 a 21.00 horas, en el Convento de los Dominicos.
El precio del curso es de 50 €.
Inscripciones en el teléfono 923 261 979 y en el e-mail: facultad@fatse.org
BASÍLICA NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA y PARROQUIA SANTO CRISTO DEL OLIVAR: VIAJE POR EL CAMINO DE SANTO DOMINGO en FRANCIA
CAMINO DE SANTO DOMINGO. Del 2 al 8 de Mayo
Con motivo de la celebración del Jubileo Dominicano
Del 2 al 8 de Mayo.Organizado por la Parroquia Santo Cristo del Olivar y Basílica Nuestra Señora de Atocha
Se visitará: Figueras, Carcassone, Mirepoix, Fanjeaux, Prouilhe, Toulouse, Nimes, Avignon. Gordes, Arlés, Camarga, Saint Maries de la Mer, Aigues-Mortes, Narbonne, Gerona.
Información e inscripciones:
María López
Tfno: 91 528 52 26
Móvil: 616 69 65 00
Conéctate, Convocatoria Encuentro feb ’15
El Movimiento Juvenil Dominicano de España organiza su segundo encuentro del curso del 20 al 22 de febrero de 2015.Bajo el lema CONÉCTATE trabajaremos la espiritualidad. Será una buena ocasión para juntarnos todos un fin de semana en la naturaleza, convivir, orar, reflexionar, reír y formarnos juntos.
El precio del fin de semana es de 45€.
LUGAR: c/Fernández Sola, 29. 28460 Los Molinos (Madrid)INSCRIPCIÓN:
Para inscribirse es necesario enviar un email a la dirección de correo: mjd.consejo@gmail.com con el asunto “INSCRIPCIÓN ENCUENTRO FEBRERO 2015” indicando los siguientes datos:
- NOMBRE
- APELLIDOS
- EDAD
- CIUDAD
- GRUPO AL QUE PERTENECE (si existe)
- ALERGIAS (en caso de haberlas).
AVISOS:
- Cada un@ llevará su cena del viernes.
Sobre la belleza y la risaAutor: Sixto José CASTRO RODRIGUEZColección: ALETHEIA
La
belleza, ¿es un modo de proyectar el deseo de un mundo mejor ante la
imposibilidad de transformarlo?
La risa, ¿es un escondrijo para ocultarnos? ¿O es una estrategia para
buscar complicidades?
El autor ofrece un repaso claro y sintético de las diferentes teorías
que han tratado de explicar el origen y la razón de ser de la belleza y
la risa.
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Elegías para un tiempo de víctimasAutor:Colección: FUERA DE COLECCIÓN
Este
poemario recoge los sentimientos frente al crimen: gritos de dolor y de
rabia incontenida, de denuncia del criminal; gritos de lamentos y de
protesta. Cada poema es introducido con una cita y una letra hebrea con
las que se inician los capítulos del libro bíblico de las Lamentaciones.
Los gritos expresan también anhelos de paz y humanización en medio de
los conflictos, y proponen abrazos y compasión hacia las víctimas,
tantas víctimas de tantas violencias.
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Comentario sobre el tema anual del Jubileo (2015)
Domingo:
gobierno, espiritualidad y libertad.
«Si permanecéis
en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y
la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32); «Cristo nos ha liberado para que
seamos libres» (Ga 5,1).
¡La verdad
os hará libres ! Esta promesa de Jesús me trae a la mente la imagen del
grupo que camina junto a Él, anunciando el Reino de aldea en aldea. Cada uno de
ellos había sido liberado a su modo: liberados del peso de sus culpas, de
los callejones sin salida de sus mentiras, del peso de su propia
historia, de las divisiones alienantes… Conducidos por el anhelo de su Maestro
y Señor de ir más allá, a otros pueblos; lo acompañan con la seguridad de
permanecer unidos a Él, animados por una divina inspiración que les hacía cada
vez más libres para ser ellos mismos, libres para entregarse a la amistad que
Dios ofrece por medio de su Hijo, libres para ser enviados. Libres para ser
discípulos de Cristo y también para invitar a otros a seguirle. Es la divina
inspiración de la predicación de Jesús lo que los hace libres, aun cuando no
hubieran dimensionado a qué se estaban comprometiendo cuando respondieron a la
invitación de seguirlo o cuando se unieron a Él por iniciativa propia como
gratitud por la misericordia que les había concedido. Permaneciendo con Él en
Su proclamación del Reino, ellos descubren que llegan a ser mucho más libres de
que lo que nunca hubieran imaginado esperar. Libres, gracias a la palabra de su
Amigo y Señor. «Si permanecéis en mi palabra, conoceréis la verdad y la verdad
os hará libres». ¡Liberados por la Palabra de la verdad!
Creo que es
a esta libertad del predicador a la cual se refiere el tema de este año de
preparación para la celebración del Jubileo de la Orden. Domingo: gobierno,
espiritualidad y libertad. Recordamos algunos textos importantes que nos han
sido propuestos a lo largo de las últimas décadas sobre estos temas (el
gobierno en la Orden, la obediencia, la libertad y la responsabilidad…) y que
retomamos con gusto. Me parece que el tema de este año nos invita, de
acuerdo con el enfoque global de estos textos, a centrar nuestra atención sobre
aquello que constituye probablemente el corazón de la espiritualidad de la
Orden: adquirir la audacia de la libertad del predicador que nos enseña a ser
sus discípulos. Ese es justamente el horizonte del gobierno en la
Orden.
Se insiste
con frecuencia en el lugar esencial, único, que tiene la obediencia en la
fórmula de profesión para ser predicador: «prometo obediencia a Dios…». Los
historiadores recuerdan que Domingo pedía a sus primeros frailes que le
prometieran «obediencia y vida común». Dos caminos para convertirse en
discípulo: escuchar la Palabra y seguirla, viviendo junto a otros en su
búsqueda, tal como aquella primera comunidad de amigos y amigas que iban con
Jesús de aldea en aldea para aprender de él a ser predicadores. Escuchar
y vivir juntos, haciendo del seguimiento de la Palabra la fuente de la
unanimidad
Consagrados en la predicación: Enviados a predicar el
Evangelio
En este año
dedicado a la vida consagrada, veo que se nos invita a volver de nuevo y sin
cesar a esta fuente de nuestra vida: dedicándonos por entero a la
evangelización íntegra de la Palabra de Dios, consagrados a la
predicación de la Palabra de Dios, «permanecer en Su Palabra». «Si
permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos ».
Para Santo Domingo, el gobierno consiste en apoyar ese anhelo – de los
individuos y de las comunidades – de ser «verdaderamente sus discípulos». Esto
significa, cuidar de esta «morada de la Palabra». Aquí predomina de nuevo el
criterio de la misión. Ahora bien, ¿de qué «Palabra» estamos hablando?
Aprendemos lo que esta Palabra significa para nosotros a partir de la
conversación del Hijo con el Padre en la divina inspiración del Espíritu:
«aquellos que me has dado…», «que allí donde yo esté, ellos también estén
conmigo…». La misión tiene sus raíces en esta intimidad filial: «así como tú me
has enviado, yo también los envío a ellos…». «Permanecer en la Palabra» no hace
referencia a un simple «inmovilismo contemplativo auto-centrado». No se trata
de una «observancia moral» que establecería (o buscaría) un «estado de
perfección» definitivo. Permanecer en la Palabra, en el estilo ideado por
Domingo, significa más bien entrar en el movimiento del Verbo que viene a la
humanidad para establecer su morada en ella y hacernos libres por el poder de
su Espíritu. Significa permanecer en la divina inspiración de la misión del
Hijo. Significa hacerse uno mismo discípulo (y comunidad de discípulos) en la
medida de una proximidad amistosa y fraterna con el Hijo. Según la expresión de
Tomás de Aquino, cuando habla del « verbum spirans amorem »,
se puede pensar que permanecer en la Palabra significa mantenerse unido esa
Palabra que «inspira» el amor, es decir, que establece la amistad, la
fraternidad y la comunión en nosotros y entre nosotros. El Espíritu, la Palabra
de verdad y de libertad.
Una de las
primeras decisiones de Domingo, registrada en la historia de la Orden como una
de las más importantes, fue aquella de dispersar a los frailes de San Román
para que el grano no se echara a perder. De este modo puso de manifiesto que el
gobierno de la Orden debería estar ordenado esencialmente a la predicación. Por
esta razón, el gobierno implica una cierta dinámica de vida espiritual que
busca promover y servir la libertad de cada uno que nace de la Palabra de Dios.
Como Jesús lo había hecho con los discípulos, Domingo envía sus frailes de dos
en dos por los caminos de la predicación. En realidad, los envía
simultáneamente a estudiar y a predicar y, gracias a esta decisión de
dispersarlos, la Orden se desarrolla, se implanta, funda y acoge nuevas
vocaciones. Esta dispersión inaugura la itinerancia como modalidad para
«convertirse en discípulo», al tiempo que invita a los predicadores a dejar que
su vida sea marcada por los encuentros que tendrán mientras van por el mundo como
«hermanos». Esta dispersión los lleva también a encontrarse con las primeras
universidades y, de este modo, a arraigar su búsqueda de la verdad de la
Palabra en el diálogo con los saberes de su tiempo, a fundamentar en el estudio
del misterio de la revelación de Dios creador y salvador su aprecio por la
capacidad humana de conocer. Permanecer en su Palabra significa
mantenerse en comunión con el «Dios con nosotros» que Jesús, primer y único
maestro de la predicación del Reino, ha hecho visible a los ojos de
todos.
«Dios, que
manifestó la benignidad y humanidad de nuestro Salvador en su siervo Domingo,
nos haga también a nosotros conformes a la imagen de su Hijo…»[1].
Esta oración de bendición de la fiesta de Santo Domingo hace eco a la decisión
del Papa San Juan Pablo II de enfocar su reflexión sobre la «Vita Consacrata» a
la luz del misterio de la Transfiguración (VC 14). En esta perspectiva, y dado
que tiene la tarea de llamar, conducir y apoyar en el camino de «hacerse
discípulos» para convertirse en predicadores, el gobierno dominicano busca
promover continuamente las condiciones de esta «economía de la
transfiguración». La predicación del Reino es la modalidad que la Orden propone
a sus hermanos y hermanas para dejarse configurar con Cristo por el Espíritu.
La contemplación del ícono de la Transfiguración nos deja ver las dimensiones
esenciales de esta aventura. En medio de su camino de predicación, Jesús toma
consigo a tres de sus discípulos que serán testigos de la transfiguración: la
contemplación del misterio del Hijo está en el centro de la misión del
predicador. El predicador recibe de esta contemplación aquello mismo que habrá
de transmitir en su misión: la realidad del Hijo de Dios y la revelación de la
economía del misterio de salvación. Recordemos lo que dice el relato de la
Transfiguración: «hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías…». Y la respuesta de Jesús llega de inmediato: habrá una tienda bien
levantada, sí, pero estará en el Gólgota de Jerusalén. Habrá dos compañeros
pero serán dos ladrones expulsados de la sociedad, como Él, y sentenciados a
muerte. A la luz resplandeciente de la montaña de la transfiguración replicará
el relámpago que desgarrará los cielos, como para garantizar por adelantado el
cumplimiento del descenso al lugar de los muertos desde donde el Hijo será
levantado, vivo, derrotando de una vez para siempre todas las tinieblas de la muerte
y llevando consigo a la presencia plena del Padre a aquellos que ahora viven
para siempre con Él. Sobre la montaña de la Transfiguración, los discípulos
reciben, finalmente, aquella misión que constituirá su alegría: ir con Jesús,
hasta Jerusalén, allá donde se revela plenamente la Palabra de la verdad, allá
donde la vida entregada de Cristo es la fuente de nuestra
libertad.
Ser testigo
de la Transfiguración implica emprender un camino en el cual ha de madurar
nuestro anhelo de ser discípulos, permaneciendo en su Palabra, dejando que Ella
nos enseñe la obediencia y el amor del Hijo revelados en el Gólgota y en la
mañana de Pascua, recibiendo de su divina inspiración la misión como en el día
de Pentecostés.
Permaneced en mi Palabra
En su carta
apostólica a los consagrados, el Papa Francisco nos invita a «despertar al
mundo», sabiendo crear «otros lugares donde se viva la lógica evangélica del
don, de la fraternidad, de la acogida de la diversidad, del amor recíproco».
Estos lugares «deben convertirse cada vez más en la levadura de una sociedad
inspirada por el Evangelio, la «ciudad sobre el monte» que dice la verdad y el
poder de las palabras de Jesús». Estos lugares son nuestras comunidades en las
que prometimos aprender a convertirnos en esos «expertos en la comunión» a los
que se refiere el Papa en la misma carta apostólica.
Es
significativo y esencial que, en la Orden, la función de superior(a) se sitúa
precisamente en la intersección de estos dos horizontes de la promesa: la
obediencia y la vida común. «Obediencia apostólica» por la que Domingo quiso
que los predicadores se comprometieran a hacerse hermanos de aquellos a los
eran enviados en itinerancia mendicante y a dejarse convertir y formar por la
fraternidad, vivida en comunidad. La fraternidad apostólica a la que nos
compromete el voto de obediencia es el camino propuesto por Domingo para que
vivamos a plenitud nuestra libertad. Obediencia y vida común: dos maneras de
orientar las miradas hacia la comunión escatológica a la que está destinado el
mundo y para la cual ha sido creado; por eso decimos que el mundo ha sido
creado «capaz de Dios». Dos maneras de comprometer « usque ad
mortem » nuestra libertad en toda su plenitud. Por eso, insisto, la
tarea del superior o la superiora consiste en invitar a emprender este camino
para ponerse «bajo la autoridad» de la Palabra y hacerse servidor de ese
diálogo de Dios con la humanidad que el Verbo vino a realizar habitando entre
los hombres. Obediencia y vida común, para que la predicación se fundamente a
la vez en la comunidad de discípulos que escuchan la Palabra de vida y en la
comunidad esperada como comunión escatológica anunciada por el profeta y que el
Hijo viene a sellar con su propia vida.
Podemos
decir que el «árbol de la predicación» es fruto de la promesa de vida
evangélica y apostólica y hunde sus raíces en tres fuentes que la tradición de
la Orden nos ofrece para «permanecer en su palabra»: la comunión fraterna, la
celebración de la Palabra y la oración, y el estudio. Una tarea específica del
gobierno en la Orden – y tal vez sea su primera responsabilidad – consiste en
promover entre los frailes, hermanas y laicos la calidad de este triple
enraizamiento que garantiza y promueve la libertad
apostólica.
La comunión
fraterna es el lugar donde los hermanos y hermanas pueden experimentar la
capacidad de la palabra humana para dedicarse a la búsqueda de la verdad que
les hará libres. Por medio de la vida comunitaria se nos ofrece la posibilidad
de alcanzar nuestra libertad como contribución a la comunión. Por esta razón,
nuestra «religión capitular» es esencial para nuestra espiritualidad: cada
miembro de la comunidad tiene voz propia y, al comprometerse en la búsqueda
común del bien de todos, adaptado a la misión de ser servidores de la Palabra,
cada miembro participa plenamente en el gobierno de la Orden. Dicho gobierno es
democrático, no porque consista en la designación del poder de la mayoría, sino
porque implica más bien la búsqueda democrática de la unanimidad. Sabemos bien
que este ejercicio de la vida comunitaria es exigente porque requiere que
ninguno se prive de participar en el diálogo que conlleva esta búsqueda. Es
exigente también porque nos compromete a expresar con la mayor veracidad
posible nuestras posturas y argumentos, incluso a objetivar desacuerdos entre
los hermanos, pero con la confianza de que ninguno será reducido nunca a una
opinión o postura extrema sino que, ante todo, será acogido y amado como un
hermano. Es todavía más exigente, porque, tras la búsqueda paciente del punto
más cercano posible a la unanimidad, compromete a todos los miembros de la
comunidad en la realización de la decisión tomada por todos. Esta es la
condición necesaria para que cada uno sea acogido, reconocido y apoyado por
todos en el entusiasmo de su propia generosidad y creatividad apostólica. Sin
embargo, con demasiada frecuencia, tal vez a causa de la dificultad de este
ejercicio, olvidamos esta dimensión de nuestro enraizamiento en la Palabra que
nos ofrece la vida comunitaria.
La segunda
fuente de enraizamiento del árbol de la predicación en la palabra es la
oración. La oración personal y comunitaria no pueden ser vistas como un
ejercicio que se debe hacer para cumplir con el compromiso de la vida regular
consagrada. La oración es la modalidad a través de la cual optamos,
personalmente y en comunidad, por acompasar el tiempo de nuestra historia
humana con la meditación del misterio de la historia de Dios con el mundo. Con
esto se busca «hacer propia» la historia de la revelación como respuesta a ese
Dios que viene en su Hijo a «hacer propia» la historia de cada uno de nosotros.
Se trata de dejar que, en la oración, el Espíritu «sople donde quiere». Por
esta razón, la oración nace de la escucha de la Palabra y conduce de nuevo a
ella, estableciendo como centro de gravedad de la vida de cada uno de nosotros
la contemplación del misterio de la revelación que nos narra la Escritura. La
celebración de la Palabra en la liturgia, su contemplación en la meditación de
los misterios del Rosario, la paciente oración en silencio, nos ayudan a
interponer la consagración de nuestra vida a la predicación entre la
contemplación y el estudio: dos modos de búsqueda de la verdad de Su Palabra
cuyo gusto anhelamos compartir con aquellos y aquellas a quienes somos
enviados. « Si permanecéis en mi Palabra, seréis de verdad
discípulos míos». De igual manera que lo fue para los primeros amigos de Jesús,
permanecer se convierte para nosotros en la oportunidad de reconocernos
plenamente libres porque hemos sido restablecidos por su llamado, consolidados
por su amor y su misericordia, animados y enviados por su gracia para llevar
aún más lejos su Palabra de verdad. Permanecer en la Palabra nos conduce
entonces a llevar con nosotros, en el silencio de la escucha y de la espera, a
todos aquellos a quienes somos enviados, a quienes se confían a nuestra
oración, a aquellos que Dios nos da para que, de modo misterioso, aceptemos que
Él une sus destinos al nuestro en una misma gracia de salvación. En este
sentido, el gobierno en la Orden es un centinela que ha de velar por que la
libertad de las personas y de las comunidades se fundamente verdaderamente en
la contemplación de ese misterio por el que el Hijo en su humanidad ha dado la
salvación al mundo uniendo conformando su libertad a la libertad del
Padre.
La oración
nos invita a seguir el ejemplo de Nuestra Señora de los Predicadores. Junto a
ella, podremos descubrir y maravillarnos continuamente de la capacidad de la
vida humana de convertirse en una «vida para Dios». Junto a ella, cantando los
salmos, que dirigen la contemplación hacia la historia de la revelación, las
palabras humanas de los predicadores se arraigan en una comprensión familiar de
ese diálogo a través del cual Dios le propone su adopción a la humanidad. Junto
a ella, la Orden asume en las entrañas de su predicación el signo profético de
la conversión a la comunión fraterna, anuncio confiado de la plena realización
de la promesa de la alianza en Aquél que es la Verdad. Siguiendo el ejemplo de
Nuestra Señora de los Predicadores, la espiritualidad de la obediencia en la
vida común une íntimamente a la Orden al misterio de la Iglesia, por el
amor compartido de Cristo, por la adopción en la divina inspiración de Su Vida,
de su don para el mundo.
El estudio es la tercera forma de enraizar la predicación de manera que
«permanezca en su palabra». Es el lugar de la búsqueda y la contemplación de la
verdad y, por esta razón constituye una observancia muy particular dentro de
nuestra tradición. Fundamentado sólidamente en la escucha de la Escritura y en
la fidelidad a la doctrina y al magisterio de la Iglesia, el estudio es en la
Orden la manera privilegiada de mantener nuestra conversación con Dios y un
dialogo amistoso y fraterno con los numerosos sistemas de pensamiento que dan
forma a nuestro mundo y buscan, a su modo, la verdad. A través del estudio, la
Orden nos propone crecer continuamente en la libertad, no con el fin de
valorizar de modo mundano el nivel de conocimientos adquiridos sino más bien
como medio para avanzar por el camino de la «humildad de la verdad».
Comprometer la inteligencia humana en esta aventura que tiene la audacia de
intentar hacer inteligible el misterio en palabras y conceptos humanos, es a la
vez dar gracias al Dios creador que ha querido que la razón humana, con toda su
finitud y limitación, sea «capaz de Dios» y permitir, a su vez, que la razón
sea desbordada por la esperanza de una plenitud que ningún concepto puede
aprehender verdaderamente. Advenimiento de la esperanza que revela la verdadera
amplitud de nuestra libertad. El gobierno dentro de la Orden tiene la
responsabilidad de no dejarnos desertar del campo del estudio y de estimular
nuestra creatividad para buscar incansablemente los medios más adecuados para
proponer a otros esta aventura de la evangelización de la
razón.
¿Gobierno y espiritualidad?
Considerar
la espiritualidad de la Orden desde esta perspectiva (permanecer en la Palabra
para conocer la verdad que hace libres) permite identificar algunos principios
esenciales del gobierno en la Orden. Ya hemos visto que el gobierno está
ordenado esencialmente a la misión de la predicación y a impulsar el modo de
vida específico de la tradición dominicana en el que se brinda a los frailes
las condiciones para enraizar su predicación en la Palabra.
El primer
principio consiste en animar continuamente la celebración de capítulos para
fomentar en los frailes una responsabilidad apostólica común. En su reciente
carta apostólica, el Papa Francisco expresaba el deseo de que los consagrados
nos cuestionemos sobre aquello que Dios y la humanidad nos piden. En nuestra
tradición, esto significa darle una importancia renovada a la celebración de
nuestros capítulos. Ciertamente, los capítulos – conventuales, provinciales y
generales – tienen la tarea de tomar decisiones precisas de organización y
legislación para nuestra vida y misión. Por esta razón, como ya lo hemos
señalado, los capítulos son momentos privilegiados para avanzar con humildad
por el camino de la búsqueda común de la verdad en la fraternidad. Las
preciosas reflexiones de mis predecesores nos han ayudado a comprender cómo la
modalidad en la Orden no es el ejercicio del poder por parte de la mayoría sino
la búsqueda de la mayor unanimidad posible. El diálogo y el debate entre los
frailes tienen tanta importancia en nuestra tradición precisamente porque
permiten que cada uno pueda participar libremente y con confianza en la
formulación común del bien de todos al que cada uno se comprometerá a
contribuir. Este dialogo fraterno se hace posible en la medida en que, entre
nosotros, manifestemos respeto fraterno, apertura y libertad para expresar cada
uno su propia reflexión.
Uno de los
objetivos primordiales de este diálogo debe ser la atención a los signos de
nuestro tiempo, como también la comprensión de las necesidades e inquietudes
que dichos signos le plantean al carisma propio de la Orden: llevar en medio de
la Iglesia la memoria de la predicación evangélica. En una próxima carta,
respondiendo a la petición del Capítulo General de Trogir, abordaré el tema del
proyecto comunitario cuya elaboración me parece ser el punto de apoyo del
gobierno en la Orden. En la medida en que todos hayan participado en la
elaboración de dicho proyecto podremos evaluar y orientar de manera efectiva
nuestro servicio a la Iglesia y al mundo a través de la predicación. La
comunión fraterna se construye a partir de la preocupación común por la misión,
que no es solamente la determinación de lo que se quiere «hacer» sino también la
puesta en común de nuestras «compasiones por el mundo» a partir de las cuales
anhelamos compartir el bien precioso de la liberación por medio de la Palabra
de verdad
Sobre la
base de esta responsabilidad apostólica común y, dado que la tarea del gobierno
en la Orden consiste en asegurar el arraigo en la verdad de la Palabra, el
segundo principio del gobierno es el envío a predicar. Domingo quiso que la
respuesta a esta «misión» fuera itinerante y mendicante de modo que la
predicación de la Orden prolongara la economía de la Palabra que vino al mundo
en Jesús, como amigo y hermano, mendicante de la hospitalidad de aquellos a
quienes quería invitar a tomar parte en el diálogo con el Padre. Las
«asignaciones» hechas por los (las) superiores(as), deberían estar ordenadas
siempre a este horizonte de la itinerancia mendicante para la misión. Es decir,
estrictamente hablando, la itinerancia apostólica consiste en la
«no-instalación» que es el modo de «hacerse discípulo». «Te seguiré donde
quiera vayas…», decía uno de los discípulos, y Jesús le respondió: «Las zorras
tienen madrigueras y los pájaros tienen nidos pero el Hijo del hombre no tiene
donde reclinar la cabeza…». Domingo quiso tomar en serio esta afirmación al
ofrecer de igual modo a sus frailes, la oportunidad de hacer suya la pregunta
de los discípulos del Bautista: Maestro, ¿dónde vives? Ven y lo verás… Esto nos
ayuda a comprender el ejercicio del gobierno en la Orden; a comprender y a
escuchar en medio de la vida, de los ministerios y de las responsabilidades de
cada uno: en medio de las realidades más estables, a veces de los triunfos o de
las «carreras» más brillantes, de las funciones más importantes, puede resonar
un llamado que pide abandonar para unirse, más lejos y más libres, a otra
dimensión de la misión común de la Orden en la Iglesia. Estas
desinstalaciones – algunas veces, dolorosas pero, con frecuencia,
fecundas – tienen rasgos que se recuerdan continuamente en la vida de Domingo:
compasión, frontera entre la vida y la muerte, entre lo humano y lo inhumano,
desafío de la justicia y la paz, imperativo del diálogo entre religiones y
culturas – como realidades que hacen eco a las «periferias existenciales»
de las que el Papa Francisco habla nuevamente en su carta. Misericordia
por los pecadores antes que la fijación sobre los propios pecados que nos
centra sobre nosotros mismos. Servicio de la comunión de la Iglesia y de su
extensión antes que dar demasiada importancia a identidades que nos aseguran y
nos retienen en nosotros mismos. Permanecer en la Palabra significa mantenerse
en medio del viento de esa divina inspiración de la misión de la Palabra, del
Verbo del cual queremos hacernos discípulos. La itinerancia de la predicación
es por lo tanto el camino de nuestra «liberación para ser libres».
Dado que el
ejercicio del gobierno en la Orden está orientado al envío, se debe prestar
atención especial a cada persona, a sus dones propios y su creatividad, de
manera que se promueva de la mejor manera el desarrollo de la libertad de cada
uno en servicio del bien y de la misión de todos. Como elemento central de esta
atención y en nombre de la búsqueda común de la verdad de la Palabra, los
superiores deben tener muy presente la doble exigencia de la misericordia y de
la justicia. La misericordia, tan importante en nuestra tradición, debe
caracterizar de modo esencial la preocupación por las personas. Por eso, las
relaciones fraternas interpersonales, como las relaciones al interior de una
comunidad, deben ser siempre el punto de apoyo que permite recordarle a cada
uno que él no se reduce a sus falencias o a sus carencias. La fraternidad se
teje verdaderamente cuando cada uno descubre, en ella y en el llamado que ella
hace continuamente a dejarse redimir para ser libre, su dignidad plena de ser
levantado y salvado por la misericordia de Cristo. Pero, al mismo tiempo, dicha
dignidad debe ser reconocida en su capacidad de responsabilidad. En la
perspectiva de la Palabra de verdad que libera, la libertad individual no puede
pretender ser una isla, ni el centro de gravedad de la vida de todos los demás.
La fraternidad, tal y como la propone Cristo, nos enseña precisamente a recibir
nuestra verdadera libertad en total disposición a la reciprocidad según la cual
el otro cuenta siempre más que yo mismo. Por esta razón, el gobierno tiene la
responsabilidad exigente de mantener juntos el celo por la misericordia y el
deber de la justicia. La referencia precisa y objetiva a nuestras
Constituciones, al bien común, a las determinaciones de nuestros capítulos,
permite preservar el bien común de todos al abrigo de la arbitrariedad de las
pretensiones individualistas de libertad. La tarea puede parecer a veces árida
e ingrata pero es al precio de ese equilibro exigente que se puede evitar una
referencia demasiado fácil a una misericordia que termina reducida a la
cobardía, la irresponsabilidad o la indiferencia. Es en virtud de este
equilibrio que cada uno podrá recibir la gracia que vino a buscar en la Orden:
ser llamado a dejarse liberar por la Palabra de verdad.
Para
concluir este comentario del tema anual del Jubileo, quisiera evocar un último
principio espiritual del gobierno en la Orden: el de la unidad y la comunión.
Una vez más, el criterio de la misión nos sirve como punto de apoyo. A medida
que buscamos, con paciencia, los medios que favorezcan la deliberación común
para orientar el ministerio de la predicación, los individuos, las comunidades,
las provincias y todas las entidades de la familia dominicana entran en la
dinámica de integración en una misma entidad. Por supuesto, cada una de dichas
instancias está invitada, convocada, a aportar su propia identidad personal,
cultural y eclesial al bien común. Pero, a causa de la referencia común al
entusiasmo fundador que nos ha consagrado a todos a la predicación, nuestra
voluntad consistirá en responder juntos al envío. Mejor aún, y todavía más
exigente: pedimos al Espíritu que nos constituya en una comunión de
predicación. Expresamos esta petición al tiempo que pedimos incesantemente al
Espíritu de comunión para que abra el mundo al horizonte de la salvación y
afiance en nuestro corazón la esperanza de la nueva creación. Sobre la puerta
de la Basílica de Santa Sabina, entregada a Santo Domingo por el Papa Honorio
III, el mosaico que representa la Iglesia de la circuncisión y la Iglesia de
los gentiles recuerda este horizonte primero de la predicación de la Orden: la
Palabra de verdad nos compromete a servir, por medio de la predicación y el
testimonio, a la comunión que ha sido prometida. Es para eso que hemos sido
enviados. Y sobre la puerta de esta misma basílica, lo sabemos, la
representación de la crucifixión nos recuerda que dicha predicación nos conducirá
a ser discípulos de Aquel que libremente da su vida para que todos sean
congregados en la unidad.
¡La verdad
os hará libres!
Fr. Bruno
Cadoré, O.P.
Maestro de la Orden
Maestro de la Orden
(2 de
febrero de 2015)
Esperanza viva
Sábado 7 de febrero de 2015
Editorial - Febrero 2015 - Nº 395
Tema del año 2014-2015:
“Esperar contra toda esperanza”
Virgen María, nos gusta verte viviendo al lado de tu Hijo Jesús.
Tómanos a cada uno de la mano para que ese don de la fe recibido en el
bautismo se reafirme a lo largo de nuestra vida y nos conduzca hacia una
“Esperanza viva” hasta la Salvación.
Junto con José llevas a Jesús a Jerusalén para
presentarlo al Señor (fiesta del 2 de Febrero). Simeón, impulsado por el
Espíritu Santo, va al Templo, toma al Niño en sus brazos, bendice a
Dios y en un cántico de alegría y esperanza aclama…
“Mis ojos han visto tu Salvación…
Luz para alumbrar a las naciones…” El Papa Francisco ha inaugurado un año dedicado a la “vida consagrada”. Llama a los religiosos, hombres y mujeres, a ser “Barqueros de vida”…
“Sed testigos de otra forma de hacer, de actuar y de vivir… invitándoles a seguir al Señor, a despertar al mundo, a traspasar el horizonte mundano…” Y todo laico bautizado está llamado, según los talentos personales, a llevar “el Evangelio de la alegría” a su alrededor y “a las periferias de la Iglesia y del mundo”.
¡Acojamos esta noble misión recibida de Cristo!
Dar a conocer el amor incondicional de Dios y su Misericordia,
Devolver en nombre de Cristo Resucitado valor y esperanza a los que están tristes, pasando pruebas, solitarios.
Señor, enséñanos a contemplar tu Presencia amorosa en lo íntimo de nuestro corazón. Tras tu muerte y Resurrección, has vuelto hasta tu Padre para prepararnos sitio. Recibe nuestro agradecimiento por las gracias recibidas en el transcurso de nuestra vida, por la paciencia con la que esperas a tus “hijos pródigos” perdidos, descarriados y luego arrepentidos, alabado seas por el perdón de nuestros pecados, por los Sacramentos dispensados por tu Iglesia.
El 11 de Febrero, con Nuestra Señora de Lourdes, nos unimos especialmente a los enfermos, golpeados dolorosamente en su cuerpo y en su corazón. Pedimos con confianza a María que interceda por ellos ante su Hijo. El 18 de Febrero celebramos a la vez la santidad de Bernardette y la entrada en la Cuaresma. En esto veo un guiño de ojo de María a Lourdes, en sus mensajes a Bernardette. María nos recuerda el Evangelio proclamado por su Hijo. Rezar, ayunar y compartir con los demás. Unamos nuestras pruebas terrenas a la Pasión de Cristo, pero saboreemos la alegría de creer y esperar en Cristo muerto y Resucitado, nuestro libertador y Único Salvador.
Luz para alumbrar a las naciones…” El Papa Francisco ha inaugurado un año dedicado a la “vida consagrada”. Llama a los religiosos, hombres y mujeres, a ser “Barqueros de vida”…
“Sed testigos de otra forma de hacer, de actuar y de vivir… invitándoles a seguir al Señor, a despertar al mundo, a traspasar el horizonte mundano…” Y todo laico bautizado está llamado, según los talentos personales, a llevar “el Evangelio de la alegría” a su alrededor y “a las periferias de la Iglesia y del mundo”.
¡Acojamos esta noble misión recibida de Cristo!
Dar a conocer el amor incondicional de Dios y su Misericordia,
Devolver en nombre de Cristo Resucitado valor y esperanza a los que están tristes, pasando pruebas, solitarios.
Señor, enséñanos a contemplar tu Presencia amorosa en lo íntimo de nuestro corazón. Tras tu muerte y Resurrección, has vuelto hasta tu Padre para prepararnos sitio. Recibe nuestro agradecimiento por las gracias recibidas en el transcurso de nuestra vida, por la paciencia con la que esperas a tus “hijos pródigos” perdidos, descarriados y luego arrepentidos, alabado seas por el perdón de nuestros pecados, por los Sacramentos dispensados por tu Iglesia.
El 11 de Febrero, con Nuestra Señora de Lourdes, nos unimos especialmente a los enfermos, golpeados dolorosamente en su cuerpo y en su corazón. Pedimos con confianza a María que interceda por ellos ante su Hijo. El 18 de Febrero celebramos a la vez la santidad de Bernardette y la entrada en la Cuaresma. En esto veo un guiño de ojo de María a Lourdes, en sus mensajes a Bernardette. María nos recuerda el Evangelio proclamado por su Hijo. Rezar, ayunar y compartir con los demás. Unamos nuestras pruebas terrenas a la Pasión de Cristo, pero saboreemos la alegría de creer y esperar en Cristo muerto y Resucitado, nuestro libertador y Único Salvador.
Teresa Turlan Delannoy,
Coordinadora internacional
¿CEMENTERIO DE LOS ELEFANTES?
Los años se superponen en la vida de las personas cuando éstas tienen la suerte de seguir cargando con ellos tras muchas primaveras. En nuestros conventos abundan esas personas mayores, que han cosechado muchas mieses y siguen arrimando el hombro para aportar lo que buenamente pueden. Con frecuencia es ilusión y deseo de seguir sembrando, pese a las limitaciones a las que se ven sometidos; pero hay momentos en que todo parece que empieza a resquebrajarse. Comienza en un despiste, no sabe qué pastilla hay que tomar y a qué hora. Sigue después la desorientación y pequeñas nieblas para identificar su propio contexto. Y ahí hay que tomar una decisión pensando en lo mejor para él. Suele ser un momento duro. Hay que dejar el ambiente familiar, esa celda donde se ha ido cuajando la propia historia, esos libros que han alimentado muchas horas y han ofrecido ideas para seguir trabajando en la extensión del Reino, esos cds que han acompañado momentos de relax y han posibilitado disfrutar melodías compañeras de la vida.
Ir a una residencia no es el final. Es continuar caminando al paso que las deficiencias permiten sin condicionar por ello la vida de los demás. Por eso no es otra cosa que vivir en otro convento, rodeado de hermanos que comparten deficiencias físicas y tratan de seguir viviendo su vocación en el marco de las circustancias que en ese momento se imponen. No es el cementerio de elefantes donde mueren exhaustos por falta de nada. Es el convento enfermería donde la vida sigue con sus características propias y adaptada a lo que el momento pide y consiente.
Tampoco es esperar la muerte, sino más bien prepararse para recibirla sin agobios ni obsesiones. La enfermería acoge y en esa acogida va el esfuerzo por hacer que esos días que restan puedan vivirse bien atendido y bien acompañado. Es duro romper con el ritmo que uno tuvo, pero es gratificante saber que con uno están aquellos que compartieron fatigas y dichas y ahora, en ese cruce de caminos que es el final, junto a ellos ir sopesando las horas y llenarlas de vida, la que uno trató de dar y la que ahora trata de recibir de la mano de quienes te protegen.
Fr. Salus
Valladolid, 6 de febrero de 2015
LA ESPERANZA PARA EL CRISTIANO
Hemos de tener siempre presente la importancia de las
virtudes teologales, no por estar bautizados, pertenecer a grupos de
espiritualidad, o participar en la santa misa, tenemos fe, la vida nos pone
prueba, y cada día comienza probando nuestra fe, primera virtud teologal, pero
la fe sin esperanza es una virtud manca.
Esperanza es espera de algo, de un bien, material o
espiritual y está ligada a la confianza, pero también es la espera ansiosa de
conseguir aquello que no se tiene, por eso digo que no es garantía sino la
acompañamos de fe, para los cristianos es la fe en Dios todopoderoso ya que
para él nada es imposible.
El filósofo griego Porfirio señalaba que los cuatro
elementos que constituyen una vida autentica son: la esperanza, la fe, la
verdad y el amor.
Desde la teología del cristianismo, la esperanza tiene por
objeto a Dios, cuando el ser humano se ve liberado de una situación difícil, y
se ve liberado con la ayuda de Dios, esa
esperanza se forja en la fe y no en fantasías. Los que esperan en Dios no han
de tener temor alguno.
Tiene tres aspectos: la esperanza del futuro, la confianza,
y la paciencia de la espera.
Un pasaje hermoso de la biblia describe a Zacarías y a
Isabel que eran justos delante de Dios, pero no tienen hijos, debido a que
Isabel era estéril, y a eso se unía que ambos eran ya muy ancianos. Sin duda la
situación no era agradable, existiendo malestar entre el matrimonio y mal
vistos por el pueblo, pero ahora juega el papel la esperanza de que Dios
responda a las oraciones de Zararias: Dios ha oído el clamor de sus hijos y
provee un hijo que ha de ser llamado Juan (13-14; 24,25)
La esperanza mesiánica presenta algunas dificultades, pero
la fe en Dios hace esa espera más viva para no caer en la desesperanza que
conlleva al miedo, la duda, los problemas, las contadiciones.Hoy vivimos tiempos
duros, llenos de temor y duda
Con un pequeño cuento a lo mejor doy luz a la esperanza; no
dejemos de orar para que nuestra fe, dé vida a la espera.
ESPERANZA LA MAS HERMOSA FLOR
En lejanos tiempos, los niños no
tenían una infancia tan distraída como ahora, debían trabajar mucho para ayudar
a sus padres, e ir a la escuela. Claro
que algunos eran aventajados y podían tener profesores en casa para ellos
solos, disfrutaban de comodidades y juguetes, y hasta tenían hermanos, con los
que se pelaban por bobadas, y con ese bagaje…¡¡¡eran niños!!!Este no es el caso
de Esperanza, siendo muy chiquitita se quedó sin padres, los dos fallecieron
victimas de la gripe, cerca de su casa, vivían unos campesinos, tenían hijos,
algunas tierras y ganado. La pequeña que no tenía familia, sobrevivia de lo que
le daban sus vecinos.
Un día cambia su vida, Pedro y María deciden hacerse
cargo de ella.
Se reúnen en la Plaza del pueblo,
con el señor cura, los representantes de los vecinos y …
-Nosotros nos haremos cargo de
esta pequeña, sentimos una enorme pena viendo como camina por los caminos del
pueblo, medio desnuda y casi descalza, desde ahora será una hija mas y su compañera
de juegos de nuestros hijos.
-¡¡¡Bien, bien!!Dijeron todos
Pero esto no era cierto, la niña
fue acogida bajo un miserable y sucio techo, a cambio de hacer todas las tareas
dentro del hogar, barrer, fregar, las camas de las repelentes 5 hijas, cocinar…luego
hecho todo aun, había de limpiar los establos, dar de comer al ganado, echar
los granos a los patos, las gallinas, hierva a los conejos….total, que cuando
se sentaba cerca del fuego, o en verano contemplando las estrellas….estaba¡ tan
cansada! que solo podía pensar, en que la pesadilla que vivía terminara pronto; deseaba tener
unos padres como todos los vecinitos, jugar con ellos, llevar vestidos limpios
y sin remiendos, ser querida, escuchar
-te quiero Esperanza-
Pero Esperanza a parte de todo
esto que diariamente debía cumplir sin rechistar, recibía malos tratos y burlas
de los niños, y algún cachete de los
señores de la casa. Una vez a la semana descendía por los prados, llevando
sobre su cabeza, una barreña muy cargada de ropa sucia, para lavar en el
riachuelo…mientras era verano, la tarea aunque resultaba pesada, era llevadera,
pero cuando llegaba el invierno, las aguas bajaban gélidas, y la pequeña
Esperanza, con sus manos enrojecidas cual tizones, agrietadas… seguía teniendo
que lavar, restregar, frotar, y volver a casa con la colada casi seca.
Nuestra Esperanza ya tenia 10
años, y el invierno llegó otra vez cumpliendo su ciclo, ella se mira las
manos¡¡¡le dolían tanto! tanto! entonces piensa:
-Si pudiera marchar de junto esta
gente…posiblemente en algún lugar del mundo encontrare familia que me
quiera…sin desearlo comenzó a llorar, y llorar. Sus manos cubrían el rostro,
hasta que siente…
-¡¡¡chisss, chissss!!!
Suena la naricilla, levanta los
ojos…¡¡¡¡yyyyyyy!!!!!
De aquellas frías aguas sale una
bellísima mujer, de blanca, blanquísima piel, largo cabello rubio, ojos verdes,
su cara reflejaba gran bondad y dulzura. De sus manos salían haces de luz de
múltiples colores
_ ¿Quien sois hermosa señora?
-Nada respondía la bella mujer,
solo la miró con ternura, mientras uno de sus haces tocaba el agua…esta ya no
volvió a ser fría, friísima, estaba templada, lo justo para poder lavar
Esperanza, sin temer a que sus manitos se agrietaran mas...La niña casi se
abraza a ella, deseaba hablarle, hacerse amiga, contarle todos sus
sufrimientos…pero la bella mujer igual que humo se desvaneció entre el agua.
Asi pasó un tiempo, en que
Esperanza sabía que no era un sueño, porque el agua cuando acudía a lavar
estaba templada y casi sin esfuerzo terminaba rapidísima esta ingrata labor.
Llega un día de fuerte niebla, la
pequeña siente mucho frío y pocas ganas de bajar a lavar, no obstante una
fuerza interior la empuja. Todo ordenado dentro de casa, coge la tinaja y
marcha al río. Estaba de rodillas, restregando la ropa contra la piedra, cuando
-OHHHHH, es usted señora bella,
gracias por venir, está hermosa, envuelta en esos vestidos, que no parecen
vestidos, porque brillan como el sol, cuando refleja en los
cristales.¡¡¡Hábleme por favor!!!! Escúcheme, necesito pedirle un favor.
No obstante la dama siguió callada y
desapareció entre las aguas.
Esperanza no entendía nada, nada,
de lo que estaba sucediendo. Seguia con su cansada rutina y esta vez… tocaba
recoger leña en el. bosque .De repente todo el bosque se llena de luz,
Volviendo a aparecer la extraña mujer, mas bella que las anteriores veces,
siempre con una sonrisa en sus labios, que la hacían mas hermosa, si eso era
posible. Sorprendida la niña le dice
-Por favor, mil veces le pido que
me escuche…no puedo seguir soportando a esta gente, me maltrata, no puedo ya
con tanto trabajo, deseo salir de este infierno e ir a un lugar donde alguien
me de una tarea digna y encuentre a esas personas que me quieran. He perdido a
mis padres y…
La Bella Dama, le dice
-Se todo lo que sufres y has
sufrido, la perdida de tus padres, las malas personas que a cambio de robar tu
pequeña vivienda y apoderarse de las tierras te acogieron en su casa, no como a
una hija, si no como a una esclava. Pero querida niña, yo solo puedo hacer
favores muy pequeños, una persona del bosque, envidiosa me echo un mal de ojo y
todo lo grande y hermoso que podía hacer por los demás, quedó anulado.
La señora seguía sonriendo cuando
termino de pronunciar estas palabras,
pero la sonrisa, se volvió tristisima. Volvió a desaparecer en el bosque tal
como había llegado, solo que el bosque ahora
sin ella era oscuro, frío y triste.
Esperanza regresa a la casa
de los amos dispuesta a limpiar el
establo, cuando estaba empezando la faena, vuelve la bella señora, de su mano salía un rayo color verde luna…en menos de un pensamiento, todo queda
reluciente, volviendo a desaparecer como hacia siempre. Esperanza a partir de
este encuentro, nota algo diferente en su vida…¡¡y para bien!!! Las faenas de
casa, del campo…todo se le hace mas fácil, rápido y menos costoso.
Otro día en que remendaba la ropa
a la puerta de casa, aparece la señora delante de ella
-¡¡¡Que alegría poder contar
aunque sea por unos segundos con vuestra presencia, se que me estáis ayudando a
llevar toda esta carga gracias, la siento mas ligera, no obstante sigo
insistiendo en que deseo dejar esto, y partir lejos de estos malvados, donde
alguien me quiera, me cuide. ¿porque alguien habrá? ¿Verdad?
-Hija, el mal de ojo que me han
echado si tu me ayudas, y siendo muy, pero que muy fuertes podemos vencerlo.
¿Estas dispuesta a ayudarme?
-Bella Señora, ¡yo! ¡yo!, ¡yooooo,
hago lo que usted me diga por difícil que sea!
-Este embrujamiento solo quedará
roto el día que el monte que esta, allá a las afueras del pueblo…
-Nunca le he visto
Es que está lejos, lejísimos,
pocas personas saben donde verdaderamente se encuentra. El día que ese monte
cubierto de una densa capa de hielo se transforme en un lago, de calidas aguas,
donde vivan cisnes, patos, y en sus aguas habiten infinidad de peces, solo asi,
quedaré libre del hechizo.
No bien hubo dicho esto volvió a
desaparecer en el mundo de los deseos. Esperanza se pudo a pensar, y venga
pensar
-Por mucha leña que lleve, por
mucho fuego que haga, jamás, jamás conseguiré calentar esa montaña y deshacer
esa capa de hielo.
El desanimo vuelve a hacer mella
en la niña
-Jamás encontraré a nadie que me
quiera,
Con estos pensamientos parte a
casa, ahora tocaba encender el fuego. Venga echar leña, pero solo conseguía
hacer ¡humo! ¡Y más humo! Cuando estaba a punto de llorar porque se acercaba la
hora de cenar y no había encendido el fuego, de entre aquel humo azulado, salen
dos criaturas chiquitinas
-¡Hola pequeña!, nosotros
somos los Delfos cuidadores del hogar.
Podemos ayudarte a anular el hechizo que envuelve a la Bella
Mujer,¡¡¡AHHHHHH!!! Pero has de cumplir un encargo y es… plantar en la cima de
la montaña la bellísima flor que lleva tu nombre ESPERANZA
El camino
Editado por
Sor Gemma MoratóDesde tiempos inmemoriales los hombres hacen camino. Antonio Machado canta: “Caminante no hay camino se hace camino al andar”.
Popularmente se dice: Este tal o cual se ha abierto camino, es decir se ha sabido situar en la vida. Pero lo importante es abrirse camino no sólo para uno mismo sino también para los que caminan con nosotros y son menos favorecidos, saber caminar a su ritmo, saber prevenirles cuando hay obstáculos que ellos no saben ver.
En el Antiguo Testamento, se pedía con insistencia: “Señor enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas” (Sl. 24,4). Y es una petición del salmista bien justa porque no todos los caminos son buenos, podemos errar al elegir el camino.
A la pregunta de Tomás, en la última cena, “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?”, Jesús le respondió: “Yo soy el camino y la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6), que podríamos traducir por: Yo soy el camino de la verdad que conduce a la vida.
Sí, Jesús es el camino, él camina junto a nosotros y si no cogemos otros derroteros llegaremos a la Vida. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Exceso de leyes
En este país, se piensa que haciendo leyes, se soluciona todo.
Es la perspectiva esa extraña tan propia
de los políticos, que tienen que justificar su existencia como sea, de
entender que son las leyes las que construyen la realidad, y no las
personas.
De acuerdo que existe eso de la performatividad
de las normas -la idea de que las normas crean tipos de conducta y por
tanto van dando forma a una determinada sociedad- pero es cierto
también, que la sociedad va por delante de la ley, y que ésta no siempre
alcanza a ordenar toda la vida ciudadana… y menos mal. En esto, como en
casi todo, me parece que lo suyo es apuntar a un término medio -in medio virtus-
y la política no puede ser un monstruo totalitario que organice la vida
de las personas, es imprescindible salvaguardar la libertad personal,
pero junto a ello, es también legítimo que las leyes busquen construir
una sociedad más justa, más solidaria, más ordenada al bien común.
Ahí está también el quid de la
cuestión… ¿se busca construir una sociedad así? ¿Más justa, sabia,
buena, solidaria, ordenada al bien común? ¿o por el contrario se busca
una sociedad más dócil, controlada, dirigida, dependiente, mas de real politik, que lo que significa es, a fin de cuentas, en manos de los poderes fácticos: los económicos?
¿Y todo esto a qué vienen-me dirán
ustedes-? Pues por las medidas estas recién tomadas entre PP y PSOE para
la lucha contra el terrorismo yihadista. Pues qué les voy a decir. Yo
que planteé inmediatamente tras el atentado de París la necesidad de una
lucha sin cuartel desde los estados contra la barbarie islamista,
igualmente digo que tenemos instrumentos penales de sobra para hacerlo, y
que no se soluciona el problema haciendo leyes más severas… lo que hace
falta es voluntad de aplicar las que hay. Es pensar en el bien común… Y
dotar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de medios
materiales y morales suficientes para hacerlo.
Esto de la deriva legalista de las
democracias es preocupante. Tampoco es caer en lo de la amenaza del
estado de los libertarios americanos, pero no hay que dejar de estar
vigilantes. Llámenme idealista, pero creo que es posible equilibrar
seguridad y libertad sin que se pierdan ninguna de las dos. Y aunque ese
es el discurso “verbal” de los partidos, de hecho, su discurso
“fáctico” no es tal… Tampoco se trata de caer en lo conspiratorio y
paranoico de que quieren construir una dictadura neo-liberal -o
bolivariana…- pues por un lado los poderes económicos son más
inteligentes que todo eso, y es más fácil “esclavizar” a quien se cree
libre que a quien se sabe dominado. Es un anhelo antropológico sentirse y
saberse libre, así que convenzan a un esclavo de que es libre y tendrán
al esclavo perfecto: algo parecido al ser humano consumidor-productor
de nuestro mundo. Pero por otro lado hay otro argumento que invalida lo
de la tesis conspiratoria… y es que nuestros políticos son demasiado
ineptos para ello.
El caso es que al margen de eso, lo que
sí es cierto, es que esa tendencia a leyes y más leyes y más nuevas
leyes para arreglar todo no señala sino, al menos, tres cosas: una
la enfermiza disposición de nuestro mundo por las cosas nuevas, por la
novedad, por hacer siempre algo que no existía, en vez de aprovechar lo
que hay -lo de las marquesinas de los autobuses es imagen clara de
eso…-; dos, la ineptitud de nuestros políticos para hacer otra política que no sea normativa; y tres,
esa pasión por leyes y más leyes, denotan un extraño -por decir algo…-
modelo performativo legal, que por un lado nos lleva a un hiperestado
para lo relacional humano, una hiperinflación de regulación en lo que
significa leyes que tengan ordenada la sociedad conforme a su modelo de
convivencia, bajo el imperio de la corrección política; y por otro una
cada vez menor regulación -modelo flexible y liberal le llaman…- en lo
que se refiere a lo económico y empresarial, dejando a merced de los
mercados todo lo laboral y social.
En fin. Que eso. Que en este país se
hacen demasiadas leyes, pensando que así se soluciona todo, demasiadas
veces bajo el modelo de lo políticamente correcto, y sin tomar medidas
de otro tipo que sería bastante más efectivas y más respetuosas con el
imprescindible binomio de seguridad y libertad.
LAICOS DOMINICOS
Viveiro
5º DOMINGO del TIEMPO ORDINARIO “B”
8 de febrero de 2015
DIA DE MANOS UNIDAS
D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
“... me hice débil, para ganar a los
débiles”
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS 1, 29-39
En
aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de
Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron.
Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se
puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los
enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos
enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo
conocían no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado
y allí se puso a orar.
Simón
y sus compañeros fueron y al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar
también allí; que para eso he venido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en
las sinagogas y expulsando demonios.
PENSAMIENTO: No es una broma, no es un encargo sencillo que se pueda
desarrollar sin trabajo. La orden es clara: id vosotros también a anunciar la Buena Noticia. El paso de Jesús
por el mundo no tiene otro objeto que
hacer que el hombre reconozca y sienta la presencia de Dios. La Buena Noticia que Jesús nos
trata de predicar con sus palabras, pero sobre todo con su vida toda, no
es otra que el amor de Dios.
Dios
nos ama y lo extraordinario de su amor es que se da gratuitamente. Nada nos
cuesta; ningún pago tenemos que hacer para que el amor paterno-maternal de Dios
se derrame en nosotros. Él nos quiere y
eso basta. Nosotros podremos apartarnos de Dios, pero su amor nunca se apartará
de nosotros. Este es el Evangelio que
nosotros tenemos que transmitir al resto del mundo: Dios nos ama. La humanidad entera
deberá enterarse de esto.
Solamente
así, cooperando en la obra de Dios,
extendiendo su Evangelio, podremos liberarnos de la desilusión, la desesperación, que escuchamos a Job.
Ciertamente nuestra vida es un soplo; la velocidad a que transcurre se nos hace
evidente cada mañana, cada día que pasa. Pero no podremos decir que nuestra
vida es un soplo y ya no veremos más la dicha, porque sí, seguirá siendo
nuestra vida un soplo, pero si hemos cumplido nuestra misión, la paga dejará de ser “meses
baldíos”, para participar de los bienes que el Evangelio, la Buena Noticia, nos anuncia; la dicha nos está esperando.
Veamos el fragmento que leemos este domingo:
Es sábado, día santo que no puede profanarse con trabajos.
Por eso esperan hasta el atardecer, -cuando ya ha pasado la obligación legal del descanso- para llevar a
los enfermos hacia su curación. No importa el sufrimiento del enfermo, impera
la ley. Jesús va a predicar un evangelio de liberación, pero en esta ocasión
acepta que el sábado domine al hombre, aunque en el camino expulse un demonio y
cure a una enferma.
Con el tiempo, cuando estemos preparados, podrá decirnos que el sábado está
hecho para el hombre, no al revés. ¿Creemos esto nosotros o pensamos que le ley
sigue siendo superior al hombre?
Hoy, Jesús, hace una curación singular: la suegra de Pedro
está enferma y es sanada y se puso a servirles. Es, posiblemente, uno de los
mensajes del día: Dios nos regala la curación para que podamos servir. Es el servicio a los demás la
cumbre de la vida del hombre: vale quien sirve.
Hay otra interesante gradación en el relato: comienza en el
templo –en público-, sigue en la casa –familiar- y remata en la soledad del descampado, en lo
íntimo. Puede que busquemos a Dios en la seguridad que da seguir las normas y
los ritos del templo, creemos que el público, la masa, nos ampara; puede que lo
busquemos en la casa, en la seguridad de nuestro castillo; pero el encuentro
definitivo lo tendremos en la soledad del descampado: en el encuentro personal
en la indefensión ante el Dios que
nos invade, que se muestra en
nuestra propia humanidad. Ciertamente Dios está en la
comunidad del templo; está también en los miembros de la familia, pero el
encuentro con él será siempre individual. Tenemos que aprender a entrar en
comunicación con Dios desde el desvalimiento, desde la soledad del desierto. Cuando
sepamos buscar en nosotros mismos, allí en la soledad de nuestro interior, podremos encontrarnos con Dios.
D. Félix García Sevillano, OP .
"Jesús amigo de la vida" Domingo V TO ciclo B
La oración es el centro y el corazón de la misión evangelizadora de Jesús
En este quinto
domingo, Jesús nos presenta una nueva forma de anunciar el mensaje del
reino de Dios, una nueva forma de predicar. Hoy en el evangelio de
Marcos, su actuación es distinta. No es el día de las parábolas, el
momento de superar tentaciones, la hora de echar grandes sermones, ni de
enseñar con autoridad. Sino más bien, es el día de la gestualidad.
Jesús nos habla hoy a través de los gestos. Los gestos son el principio y
el núcleo de su mensaje. Y los primeros en disfrutar de estos
compasivos y apasionantes son los enfermos, los marginados. Marcos nos
hace ver que a Jesús le interesa mucho a los decaídos para devolverles
la confianza. Su mayor preocupación es recuperar y devolver la vida de
los caídos. Representa a un Jesús que es muchas veces mano que levanta,
que infunde fuerza y pone en pie a la persona.
Fijémonos la actitud de Jesús frente a la suegra de Simón. Presenta caracteres absolutamente nuevos. En primer lugar, un rabino nunca se habría dignado acercarse a una mujer y cogerla de la mano para devolverle la salud. Pero, sobre todo, un rabino no se habría dejado nunca servir por una mujer. Jesús no solamente pone en cuestión estas reglas rabínicas, sino que invierte todos los presupuestos de las relaciones sociales, dando al "servicio" un nuevo estilo y un nuevo contenido. El "servicio" era, a los ojos de los griegos, una cosa indigna. Dominar, no servir: esto era lo característico de un ser humano. Para el griego el fin de la vida humana está en el perfecto desarrollo de la propia personalidad; por lo tanto, le resulta extraño todo sentido de servicio al prójimo.
Por el contrario, en la doctrina de Jesús el concepto de servicio se desarrolla partiendo del progreso antiguo testamentario del amor al prójimo. Jesús lo cogió de allí, y, vinculándolo al precepto del amor a Dios, lo propuso como elemento central de la actitud moral exigida por Dios al hombre. Con esto Jesús revisa el concepto de servicio, liberándolo de las alteraciones de las que había sido objeto en el judaísmo tardío. Con respecto a la mentalidad griega, su posición frente al "servir" es completamente nueva; la nota dominante es que por "servicio" él entiende precisamente la actitud que del hombre hace un discípulo de Jesús. El acto de Jesús es profundamente innovador, en cuanto que, en su valoración moral, ha invertido la relación entre "servir" y "hacerse servir": "el Hijo del hombre no ha venido para hacerse servir, sino para servir" (Lc 10, 45). El servicio ejercida por la suegra de Simón inicia un nuevo estilo en las relaciones humanas.
La jornada transcurrida en Cafarnaún, podría hacer pensar que Jesús se deja arrastrar por el entusiasmo de la gente. Todo lo contrario: la oración es el centro y el corazón de la misión evangelizadora de Jesús, puesto que en ella se vincula y se conecta a fondo con su Padre, y a través de ella también recibe fuerzas para estar siempre dispuesto y preparado a lo que le toca hacer. Y de hecho se va al descampado a orar. Los discípulos no entienden nada de esto: ¿cómo es posible que deje perder la ocasión del entusiasmo de las turbas en Cafarnaún? Jesús les responde diciendo que el pueblo no se encuentra solamente en la capital, sino en los lugares perdidos de la geografía galilea. Jesús nos quiere hacer entender que, la tarea evangelizadora es misionera. Hay que llevar la palabra de Dios con sus gestos en todos los lugares. Dirá el Papa Francisco hasta las periferias.
Esta gracia de vincularse con Dios en oración y después predicar con gestos, es la que recibió y aprendió Nuestro Padre Santo Domingo y nos transmitió. Y por eso empezó su misión de predicación con un gesto compasivo, vender sus libros para dar de comer a los hambrientos. No puedo estudiar en pieles muertas mientras que la gente muere de hambre exclamó. Probablemente los que lo vieron, incluso los lectores de hoy, le llaman bobo por el valor que tienen los libros. Pero no es así, toda acción de esta calidad está unida a la experiencia profunda de Dios. Así pues queridos, queridas, que no tengamos miedo en servir a Dios, en llevar su mensaje más allá de los límites que nosotros mismos hemos subrayado. Las cosas son y se ven distintas desde fuera y muy distintas desde dentro.
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