El viernes
día 8 se recuerda a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden dominicana.
Inicialmente su fiesta se celebraba el 5 de agosto, luego pasó al 4 y, desde
1969 se celebra el 8 de agosto. Aunque en realidad, muere el viernes 6 de
agosto de 1221, fiesta de la Transfiguración del Señor, rodeado de sus hermanos
dominicos. Sus restos descansan en la basílica del convento dominico de
Bolonia.
Su
biografía es muy conocida, nació en Caleruega, localidad de la provincia
de Burgos, entonces perteneciente a la diócesis de Osma. Más allá de la
leyenda de su vida, parece que Domingo, así lo subrayaron sus contemporáneos,
destacó por la fuerza de su santidad y la solidez de su obra, plasmada en la
vivencia profunda del Evangelio. Cuando fue estudiante en Palencia, vino por la
región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir.
Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego,
cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo
que más amaba y apreciaba, sus libros. Diciendo: “No quiero estudiar
sobre pieles muertas, y que los hombres mueran de hambre”
En esta
época fue canónigo regular en Osma, bajo la regla de san Agustín. Allí ocupó
los cargos de sacristán del Cabildo catedralicio y subprior. Trabó una amistad
profunda con su obispo, Diego de Acebes, gran conocedor de la Escritura. En el
año 1203, rey Alfonso VIII de Castilla le envió como embajador a Las Marcas
para concertar el matrimonio de su hijo con la hija de un noble de
Escandinavia, en esta empresa se llevó consigo a Domingo. Para ambos, fue una
experiencia nueva, que les cambiará la vida. En Toulouse se darán cuenta de las
desviaciones de los cristianos albigenses y su misión se centrará en la predicación.
No irá de francotirador, ya que el que primero toma la iniciativa es su obispo,
Diego de Acebes. La predicación de Domingo, se ejerce dentro de la Iglesia, que
desde los orígenes, ha llevado el evangelio hasta los confines de la tierra. En
la predicación redescubre la pobreza de
los primeros discípulos del Cristo, afirmando un gusto apasionado por la verdad
y confiando en la inteligencia del creyente, donde en la búsqueda sincera de
Dios, siempre se hará presente.
Santo Domingo por fray Angelico |
Estamos muy
cerca de celebrar los ochocientos años de la fundación de la Orden de
Predicadores y ahí está presente, hoy el espíritu de Domingo, que arranca de
las mismas raíces del Evangelio de Jesús de Nazaret. Al año siguiente, en 1217,
en la fiesta de Pentecostés, Domingo comunicó a sus frailes la decisión de
dispersarlos. Tal decisión preció una locura tanto a sus amigos como a los
mismos frailes, pensaban que la dispersión acabaría con la Orden. Sin embargo,
Domingo permaneció firme en su decisión y respondió a quienes no estaban de
acuerdo diciendo: “¡No me contradigáis! Sé muy bien lo que hago”. El curso de
los acontecimientos puso de manifiesto el acierto de tal decisión. La Orden
va a hacerse presente desde el primer momento en los dos centros universitarios
más importantes de la cristiandad occidental como eran París, Bolonia,
Salamanca, etc.
Santo Domingo, convento de San Pablo de Valladolid |
En
Salamanca, se hacen presentes muy pronto, en el año 1222, cuatro años después
de que se fundara la Universidad de Salamanca. Su primera ubicación fue
extramuros, en el barrio de los mozárabes, allí fundaron un convento
junto a la iglesia de San Juan el Blanco. Al no existir enseñanzas de Teología
en la Universidad, tenían que estudiar en el propio convento, ya que era
necesaria para la predicación y los diferentes capítulos de la Orden, en
Burgos, Salamanca, Milán, etc., la hacían necesaria. En el capítulo provincial
en Salamanca, presidido por el beato Gil de Santarem, dará normas concretas: “En
cada convento lo referente a estudios debe ser ordenador por el prior; el
doctor y otro tercero elegido por ellos, si esos tres no estuvieran de acuerdo
prevalecerá la sentencia de dos de ellos”. La llegada a Salamanca, fue muy
bien recibida, ya que eran hombres cultos, moralizadores y se harán populares
por su predicación, que se ejercerá no sólo en los templos, sino en las plazas
y calles de la ciudad.
Este
espíritu se ha mantenido a lo largo de los siglos, sin olvidar momentos oscuros
de muchos de sus hijos, pero, no podemos olvidar a importantes personajes,
santos y mártires de la orden. Entre sus santos y santas destacan, Tomás de
Aquino, Jacinto de Polonia, Rosa de Lima, Inés Montepulciano, Raimundo de
Peñafort, Pedro de Verona, Papa Pío V, Catalina de Ricci, Catalina de Siena,
Martín de Porres, Margarita de Humgría, Fray Angelico o Alberto Magno. Como
olvidar el espíritu de Fray Luis de Granada, Bartolomé de las Casas, Juan
González Arintero, Francisco de Vitoria, Antón de Montesino, etc. Muy
significativas fueron las aportaciones dominicanas en el siglo XX y en especial
el Concilio Vaticano II. Piénsese, por ejemplo, que la fundación de la Escuela
Bíblica de Jerusalén en 1890 por Marie-Joseph Lagrange, supuso un gran avance
para la exégesis bíblica católica. De ella salieron grandes pensadores
bíblicos, como Marie-Émile Boismard, ayudó a generaciones enteras de dominicos
a utilizar convenientemente la Biblia en sus reflexiones teológicas, como es
claro en las obras de Chenu, Congar o Schillebeeckx. Todos aportaron su saber y
su experiencia en el Concilio Vaticano II.
Fray Dominique Pire recibiendo el premio Nobel |
Recordar a fray
Dominique Pire, premio Nobel de la Paz en el año 1958, por haber
trabajado por los refugiados después de la segunda Guerra Mundial. A partir de
1950 crea por toda Europa Asilos en los que los ancianos que puedan salir de
los campos de refugiados reciben alojamiento, vestidos, comida y se les cuidará
hasta la muerte. En pocos años más de 200.000 desplazados encuentran de esta
manera amor y cobijo. En la enorme tarea de la solidaridad y de la paz llegó a
ser «un embajador de la conciencia humana» «según un amigo marroquí; un pastor
de la humanidad» para un soviético; «la voz de los sin voz» de acuerdo con la
admirable expresión del abbé Pierre.
Hoy podemos
ver el espíritu de domingo en el Mejicano, fray Raúl Vera, obispo
de la diócesis de Saltillo, voz profética en Iberoamérica. Ha recibido el
«Premio Rafto 2010» otorgado por la «Fundación Rafto» de Bergen, Noruega
por la defensa de los derechos humanos. Candidato al «Premio Nobel de la Paz
2012», por su trabajo a favor de los derechos humanos en México. En su labor
pastoral destaca su defensa de los Derechos Humanos, el apoyo de las
reivindicaciones de mejora laboral de los mineros y demás trabajadores de la
región, la ayuda a los inmigrantes mediante el proyecto Frontera con Justicia,
la lucha contra la discriminación que padecen los homosexuales y la creación
del centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios. También
brinda ayuda a los familiares de personas desaparecidas de manera forzada en
Coahuila quienes integran las Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en
Coahuila" (FUUNDEC).
Podíamos
destacar a otros muchos, tal vez poco conocidos, que trabajan en todo el mundo,
desde la selva de Puerto Maldonado a cualquier chabola de las grandes ciudades
empobrecidas, desde el diálogo interreligioso en Estambul a cualquier pueblo de
nuestra Salamanca. Quisiéramos terminar con el testamento de Domingo, según su
biógrafo español Pedro Ferrando:
Hermanos
míos, Como hijos míos sois herederos directos de todo lo que poseo: sed
caritativos, sed humildes, sed pobres.
Fray Raúl Vera, obispo de Saltillo |
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