En América Latina cuatro países ocupan una posición mejor que el Brasil: Chile (41), Cuba (44), Argentina (49) y Venezuela (67). Y nadie acusará de izquierdista a la ONU...
En todo el mundo los primeros lugares los ocupan: Noruega, Australia, Suiza, Holanda y los Estados Unidos.
El diagnóstico reconoce que el Brasil avanzó en casi todos los rubros, pero tropezó en la educación. Y aplaude el plan Bolsa Familia, el aumento del consumo de las clases de renta baja, el avance del empleo y la reducción de las desigualdades raciales gracias al sistema de cuotas en las universidades.
Pero al gobierno federal no le gustó esta medición. Alega que la salud del Brasil está mucho mejor. Y que merecería el lugar 67, empatado con Venezuela. La ONU se habría basado en datos superados.
El IDH tiene por objetivo indicar el talón de Aquiles, los puntos vulnerables de cada país, a fin de evitar retrocesos sociales.
Los brasileños, según la ONU, tenemos 7.2 años de escolaridad. El gobierno dice que son 7.6. Aun
Nuestra esperanza de vida es de 73.9 años. Para el gobierno es de 74.8 años. En la década de 1980 no pasaba de los 64 años. Ese alargamiento de la vida se debe a la reducción de la mortalidad infantil, a las políticas de derechos sexuales y reproductivos, a la ampliación de las atenciones de emergencia en los hospitales y al programa Más Médicos, que actúa sobre todo en la prevención.
Si el informe de la ONU considerase la desigualdad social, el Brasil figuraría en la 95ª posición. A pesar de que esa brecha haya disminuido en la última década, aquí el 10% de los más ricos tienen el 42% de la renta. Y el 1% de éstos posee unos ingresos 87 veces superiores a los del 10% más pobres.
La ONU advierte que de los 7 mil millones de habitantes de la Tierra, 2.200 millones viven en la pobreza, de los cuales 1.200 millones sobreviven en la miseria, con un ingreso mensual de, como máximo, US$ 30. En el Brasil 6 millones de personas son muy pobres.
El nudo que todavía impide que nuestro país avance en la estadística de la ONU es la educación. Aunque la casi totalidad de niños cursen la enseñanza fundamental, faltan hogares cuna y es grande la deserción en la enseñanza media. La escuela privada es cara, y la pública, de mejor calidad, funciona con profesores que trabajan mucho pero ganan poco. ¿Qué se puede esperar de un alumno que permanece apenas cuatro horas diarias en la escuela? Una enseñanza de calidad sólo se consigue con un tiempo integral.
¿Cómo puede ayudar cada uno de nosotros al país a mejorar el IDH? Tenemos en las manos un instrumento muy bueno para ello: el voto, el día 5 de octubre. Son las políticas sociales adoptadas por el gobierno las que permiten a un país mejorar o empeorar. Y el gobierno está integrado por hombres y mujeres elegidos por nuestro voto.
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