El pasado
día 29 de abril, fiesta de Santa Catalina de Siena realizaron las promesas
temporales 14 hermanos de la Fraternidad Laical de Santo Domingo de Salamanca,
junto a toda la Familia Dominicana en el incomparable marco del Monasterio de
la Consolación “Dueñas”.
En este año de la vida consagrada es
bueno honrar a muchas mujeres y hombres que dedican su vida a Dios como
hermanos fuertes, pero no es menos importante hacerlo con muchos laicos
que viven asociados a sus carismas y apostolados. Uno de los muchos casos es Santa Catalina de Siena, entre otos muchos conocidos o desconocidos. Los laicos no sólo pasan
algún tiempo con los religiosos, se unen a ellos en jornadas de reflexión,
estudio y oración, pero llevan la Buena Noticia a lugares alejados de los conventos
y las parroquias, familia, trabajo y la sociedad secular donde el laico se
mueve y vive. El laico que se asocia a un carisma, no lo hace en la ceremonia
formal y bonita, requiere un tiempo prolongado de reflexión, oración y
preparación. En nuestro caso ha durado casi dos años, donde hemos profundizado
no sólo en la vida, carisma de la Orden y de Santo Domingo, también en el
conocimiento y contemplación de la Palabra de Dios. Con la promesa temporal el
hermano se compromete a vivir el Evangelio según el espíritu de Santo Domingo,
pero su formación continuará, así como a vivir en la vida Apostólica de la
Iglesia y a cooperar en ella. Muchos de nosotros lo hacemos de una manera
activa en grupos parroquiales, grupos de oración, de adultos o de Biblia, no
tendría sentido vivir la fe fuera de una comunidad. Estos nuevos hermanos no
sólo se vieron acompañados por la familia dominicana, frailes de San Esteban y
hermanas del monasterio y de otras agrupaciones dominicas, la fraternidad de Salamanca
y Zamora, familiares, miembros del nuevo grupo de la fraternidad, amigos, hermanos catequistas de los grupos de
Biblia y de matrimonios de la Parroquia de la Purísima.
La Eucaristía fue presidida por el
prior del convento de San Esteban, que en su homilía hablo del carisma
dominicano y su sentido para el mundo de hoy, de la figura de Santa Catalina de
Siena como laica dominica, subrayó la importancia de la promesa en un mundo
como el nuestro y el sentido del paso que los laicos iban a realizar. El rito
se realizó después de la homilía y fue presidido por fray Julián de Cos OP, asistente
religioso, en representación del Maestro de la Orden, así como su presidenta
doña Julita Gutiérrez Rueda OP, presidenta de la fraternidad de Salamanca. Los
nuevos hermanos que han realizado sus promesas temporales son doña María Reyes
Laso González OP, doña Ángela Martín García OP, doña Mª del Carmen Calvo
Arenillas OP, doña Mercedes Sánchez Macías OP, doña Lucía Echeverri González
OP, don Francisco Rodríguez Díez OP, doña Mª del Carmen Sánchez Garrido OP, don
Carlos Sánchez González OP, doña Mº del Carmen Criado Sánchez OP, doña Flora
García Peral OP, doña Concepción Pizarro Astudillo OP, don Mariano Vázquez
Rodríguez OP, doña Carmen Rivas Vivéns OP y don Juan Antonio Mateos Pérez OP.
Nos sentimos también muy acompañados por los asistentes que han seguido
nuestros pasos estos años y de alguna manera nos han llevado de la mano en la
Orden y en el amor a Jesús. Recordamos a Fray Juan José de León Lastra que nos
formó como grupo, y el acompañamiento y la paciencia de fray Ricardo de Luis
Carballa y fr. Rafael González Blanco que con tanto esmero ha preparado la
ceremonia.
En una sociedad donde las palabras
prácticamente no tienen importancia, cualquier promesa no tiene mucho futuro y
ni siquiera sentido, se balancean en el aire y desaparecen sin dejar rastro.
Pero para un cristiano, las palabras y la Palabra no sólo tiene sentido, es el
sentido de la vida y de la existencia. La Palabra se hizo carne para nuestra
salvación. Como nos recordaba Timothy Radcliffe, en su Manantial de la Esperanza, cuando empeñamos nuestra palabra con los
votos, afirmamos una vocación humana fundamental, pronunciamos una palabra que
tiene peso y credibilidad. Nos atrevemos porque Dios lo hizo primero y en el
cumplimiento de todas las promesas, Jesús dio el eterno sí. Una promesa es un
acto con mucho sentido, un signo de esperanza en Dios que nos ha prometido un
futuro.
Los laicos dominicos, somos personas
que hablamos con Dios o de Dios, como decía Santo Domingo. No vivimos en
paralelo a los demás miembros de la Orden, pertenecemos al mismo carisma,
aunque con un estilo de vida y forma de vida diferentes. No estamos a medio
camino entre los bautizados y los frailes, ser laicos frente al consagrado
parece que en nuestro mundo religioso es un carisma menor y un poco devaluado,
pero para muchos cristianos de a pie, su vocación puede ser tan radical y tan
profunda como la consagración religiosa. En nuestras fraternidades convergen
personas que quieren compartir juntos un espacio de fe, inquietudes, hablar
desde la fe en nuestro mundo, buscando los retos para caminar cada día. También
son un espacio de oración, tanto comunitaria como personal, esta es uno de los
pilares de nuestro carisma. Esta nos pone cara a cara con Dios y acoger su amor,
en ella uno puede aprender a esperar. Es importante el estudio y la meditación
de la palabra de Dios, con ella interpretar los signos de los tiempos. Pero el
estudio está relacionado con la contemplación, la vida espiritual y la
experiencia de Dios, con ello nos permite salir al encuentro de otros y
anunciar la Palabra. Así hablamos de lo que hemos visto y oído, de lo que
conocemos y experimentamos, damos testimonio de Jesús y de su Buena Nueva.
La búsqueda
de la verdad, es compartida y proclamada, construyendo relaciones humanas desde
la honestidad en el trabajo, en la búsqueda científica, en los medios, en la
educación, con el diálogo entre culturas y otras religiones. Esta búsqueda de
la verdad y en armonía con la Palabra, nos debe llevar a mirar al otro con
compasión, misericordia, a tener las manos abiertas, a ser solidarios, defender
a las víctimas y a intentar denunciar cualquier injusticia. Es un programa para
toda la vida, pero yo pienso que esto lo puede ser cualquier cristiano
comprometido con la palabra y con los pobres. Yo personalmente muchas de estas
cosas las fui descubriendo y saboreando en mi comunidad parroquial de la Purísima
durante muchos años de catequista, de profundizar en la Palabra de Dios. Aunque
todos sabemos que el amor está en el corazón de Dios y es un amor fértil que
nos lleva por muchos caminos. Esperemos que para todos, sea un camino fértil,
vivido en profundidad, creativo y creador, feliz y bienaventurado.
Juan Antonio Mateos Pérez, OP
Fotos: Fray Laercio Amorim Pereira
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