viernes, 22 de mayo de 2015

SEGUNDA SESIÓN DEL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN, ORGANIZADO POR LA FRATERNIDAD DE SANTO DOMINGO DE SALAMANCA



El domingo 18 de mayo, se celebró la segunda sesión sobre el Sacramento de la Penitencia, más bien de la conversión como gusta el profesor Fr. Domingo Salado. Seguimos con el camino mistagógico-penitencial. Comentaba el profesor que el Espíritu es el abrazo amoroso entre el Padre y el Hijo, es el corazón de Dios, que es la misericordia.  Ésta es un valor central que compendia todo el misterio cristiano, descubre el verdadero rostro de Dios. El Espíritu es el soplo que da aliento de vida, el Espíritu del resucitado es el que mueve la vida del creyente, nos inspira el amor cristiano, nos ayuda hacer obras de misericordia. Es enviado para interiorizar el amor misericordioso y, por él, hacer realidad “el perdón de los pecados”. Es el Espíritu resucitador y recreador de Dios, es el que da sentido y hondura al sacramento.
La misericordia de Dios, es una misericordia reconciliadora. Hay que recuperar en la Iglesia el sentido profundo de cómo Dios nos ofrece el perdón. Dios nos ha confiado, que la misericordia  la compartamos, así Él se hace el encontradizo, primero en la “carne” de Jesús, después en la “segunda carne” que es la Iglesia. En la reconciliación, entran en acción unos quiénes y un cómo:
-          La teologalidad de la reconciliación es un “don de Dios” en favor nuestro. Sólo Dios puede llamar, congregarnos de nuevo, es Dios el que da el primer paso.
-          En Jesús, la reconciliación ha tomado cuerpo, se ha realizado en Jesús. Él es el centro y nos reúne para ser uno con Él, para formar un solo cuerpo. En Jesús nos ha reconciliado a todos para crecer en fraternidad.
-          Con la Iglesia es el modo como Dios nos perdona, lo hace comunitariamente, eclesialmente. No nos perdona en particular, por separado, Él nos ha salvado comunitariamente. El perdón se da en comunidad. Para Pablo, la Iglesia es el gran sacramento de la reconciliación, nos perdona para los demás. La Iglesia, también necesita del perdón de dios, es santa y pecadora, siempre necesitada, siempre reformada. La Iglesia actúa como una comunidad reconciliada por Dios, con el anuncio evangélico, con los signos de la caridad. La palabra que proclama, llama a todos a recibir el perdón. En los signos sacramentales el que actúa es Jesucristo, también la oración es por y para todos, promoviendo las obras de la misericordia. En este marco plural, es donde tiene razón de ser el sacramento de la Penitencia.

Todo proceso reconciliador es dialogal. Dios tiene la iniciativa, pero es a nosotros a quienes nos corresponde dar una respuesta, eso es la conversión. La conversión cambia nuestro ser profundo y nuestra forma de vivir:
-          Es una respuesta libre de nuestra fe a ese Dios que nos invita a volver a Él. Es iniciativa suya, pero nos permite por iluminación, descubrir su misericordia. Su amor es fiel con todas las consecuencias, hay que dejarse convertir.
-          Ese camino de cambio nuestro y en proceso es doliente, es elegir y participar en un modo de vida siguiendo a Jesús, es participar de su muerte y resurrección. La fidelidad a la Palabra es la cruz.
-          Tiene una implicación existencial, descubrir no solo la misericordia, sino nuestro propio ser pecador, asumir nuestra debilidad y dar pasos para salir de nuestro egocentrismo. Hay no sólo exigencias personales, también eclesiales, y mundano-cósmicas. Es volver a Dios, a Jesús, a la Iglesia, al amor fraterno y abrirse al mundo.
Juan Antonio Mateos Pérez











LA PRÓXIMA SESIÓN SERÁ EL 21 DE JUNIO


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