El segundo día intervinieron los
pastoralistas: Juan Antonio Terrón,
Carlos Bernal y Jesús Duque. Juan Antonio, presentó las dificultades de una parroquia en la
transmisión de la fe: Problema de comunicación y lenguaje muy alejado de la
comunidad, referencias muy centradas en la teología que las personas no
entienden. Se subraya lo individual, se busca la felicidad pero no el sentido
de la vida y la apertura a la trascendencia, reduciendo todo a una religiosidad
a la carta. Se produce una sacralización de la práctica religiosa, sin buscar una
respuesta global. La comunidad sostiene una fe colectiva, pero no subraya
procesos más personalizados. Irrelevancia socializadora de la Iglesia, también
una presencia en el imaginario no muy positiva. Falta de compromiso en la
vivencia cristiana, se puede estar en un grupo, pero sin compromisos en la vida
diaria. Disminución de personas en las celebraciones, existencia de balbuceos
de fe pero sin celebraciones. Carlos
Bernal, presentó los desafíos que la
cultura posmoderna plantea a la Evangelización y la búsqueda de criterios
pastorales para entablar un diálogo profundo entre el Evangelio y la
posmodernidad. Parte que existe una ruptura entre Evangelio y cultura, no hay
rivalidad, ni sometimiento, es necesario el diálogo mutuo. Debe haber una
pedagogía del misterio de la Encarnación del Verbo. Es necesario que la palabra anunciada se haga carne, historia, reino de
Dios en el mundo, en la cultura. Esto le corresponde a la Iglesia, debe
hacer presenta a Jesucristo que actúa, salva y opta continuamente por el hombre
y celebrar el misterio de pascual. En esa encarnación del Verbo, el hombre es
asumido sin violencia, en un profundo diálogo y comunicación con el hombre,
pero también libera y redime la esclavitud del pecado. Por lo tanto, por la
encarnación todo hombre adquiere en Cristo, la plenitud de sentido En el
diálogo entre Evangelio y cultura hay que tener en cuenta, que se subraya la
intrascendencia, el divertimento, consumismo, relativismo, indiferencia,
narcisismo, hedonismo, secularización. Jesús Duque, partió de la premisa que lo
fundamental es el mensaje y palabra de Jesús de Nazaret y debe quedar en un
segundo plano la sacramentalización, el culto y las devociones. La pastoral es
un modo peculiar de trasformar la realidad, subrayar la calidad de vida y
horizonte de sentido que ofrece el mensaje de Jesús. Hay que evitar
desnaturalizar el mensaje evangélico. Demandas: Renovar el lenguaje; hacer
atractiva la imagen que se presenta de Dios; insuficiencia de pertenencia a la
Iglesia para ahondar en su fe; armonizar el misterio de Dios con la vida
cotidiana, como subrayar más el pecado que la gracia; traducir la fe en
compasión y misericordia, subrayar el compartir; predicar no lo que la gente
espera, sino el Evangelio a tiempo y a destiempo.
El último día intervinieron los
teólogos, Jesús Díaz Sariego y Martín Gelabert. Jesús Díaz, propuso la
vuelta a ciertos momentos de la orden dominica, para cambiar desde lo que
tenemos, relacionando la dimensión profética con el pensamiento justo. En esos
grandes momento, Santo Tomás, Escuela de Salamanca, Le Saulchoir en los albores
del Concilio Vaticano II. En estos momentos, hay una mayor sociabilidad con el
mundo y la voz profética de la orden sonó con más claridad y creatividad. En el
siglo XVI, cuando todo valor humano es cuestionado, teólogos y misioneros
predicaron que todo atentado contra la dignidad humana, pone en crisis a Dios.
Se produce un atentado contra la verdad, la libertad y se cierra la apertura de
la fe: ¡Estáis en pecado mortal!, hay
un vínculo entre la dignidad humana y la crisis de Dios. Cuando los pensadores
del siglo XVI, hablan de fragilidad humana, es la que produce la opresión de
los conquistadores, ya que a más poder mayor vulnerabilidad y debe haber mayor
responsabilidad. Donde la intervención del hombre crea poder, allí hay
fragilidad, esta está envuelta en un sentimiento, nos conmueve la responsabilidad del otro. La llamada de lo frágil, pone su acento en el futuro. Lo que está
en juego es el reconocimiento mutuo y eso es una mirada al futuro. Nuestros
contemporáneos han perdido la relación entre legalidad y legitimidad. La
legitimidad cuestiona la autoridad moral y su esencia. En esta sociedad
secular, la predicación deberá ser serena, que cree confianza y que subraye lo
humano. Nuestra cultura secularizada, es una sociedad sin pasado y sin futuro.
Aquí puede estar la aportación, poner memoria en esta sociedad del vacío, así
generar futuro o promesa. Martín
Gelabert, realizó una serie de propuestas para predicar el evangelio en una sociedad laica. Partió de que el
predicador no sólo es un conocedor del Evangelio, está implicado en lo que
dice, es un testigo de la fe. El objetivo fundamental es anunciar a Jesucristo,
pero ese anuncio puede quedar oculto con una mala presentación de los contenidos
y la forma de presentar. En un tercer punto, el predicador se dirige a los de
dentro y a los de fuera, comunidad de fieles, los que viven alejados de su
bautismo y los que no creen. El predicador debe preparar el terreno, buscar las
condiciones necesarias para que la semilla prenda. Una cultura trivial, con un
culto al dinero, el utilitarismo, la indiferencia, el todo vale, no favorecen
la escucha del Evangelio. A veces se da una incomunicación entre la Iglesia y
la cultura moderna. Conocer los obstáculos para sacar lo bueno, no para
atacarlos. No implica aprobar todo lo
que propone la sociedad laica, sino escuchar lo bueno, para tender puentes y
fomentar el diálogo. Preparar el terreno no implica de por sí la acogida del
Evangelio, pero ayuda al creyente a situarse en el mundo. El predicador deberá
usar un lenguaje inteligible y seductor, a veces presenta respuestas a preguntas que no se
hace nadie, a cuestiones no demandadas, con un lenguaje para expertos que nadie
entiende. Citando a Francisco, algunas de las repeticiones dogmáticas se pueden
desvirtuar y la gente percibir otra cosa que no es el Evangelio. La tarea
evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y las circunstancias. El
predicador deberá ofrecer contenidos positivos, El Evangelio no es un discurso
amenazante, sino una gracia. Contenidos equilibrados y en proporción, ya que
hay un riesgo en recortar las verdades y quedarse con lo secundario. Por
último, el predicador deberá tener mucha paciencia, no obsesionarse con los
resultados inmediatos, Dios puede actuar en el fracaso. La fecundidad es
invisible, no puede ser contabilizada, es una tarea de largo alcance. El
sembrador, no siempre ve crecer la semilla.
En encuentro terminó con la
celebración de la Eucaristía en la misa dominical de San Esteban.
Juan Antonio Mateos
Pérez
Área socioreligiosa de
SALAMANCArtv AL DÍA
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